Familia rodante (2004)

Mejor, incluso, que "Una historia verdadera". De hecho el argumento es similar, aunque la dirección e interpretaciones son muy diferentes, mucho menos pretenciosas.
Estoy de acuerdo con la mayoría de las críticas precedentes.

Metamos en una caravana a una abuela empeñada en ejercer su papel de matriarca y que va a su bola cuando le interesa, a tres adolescentes con las hormonas sexuales por las nubes, a un niño más travieso que Bart Simpson, a dos matrimonios hastiados y a una joven madre maltratada con su bebé; el resultado no puede ser otro: un circo ambulante, con la comicidad y dramatismo inherentes. Sin embargo, la historia no se le va de las manos en ningún momento, consiguiendo que todos nos podamos identificar con varios de los personajes (¿quién no tiene un entrañable familiar gordete con mala leche, o un tío urbanita, o una prima adolescente que nos pone a mil, o un primito tocapelotas?, ¿y quién no ha pasado un fin de semana o unas vacaciones en situaciones similares a las que se exponen?). Al principio el director se toma su tiempo, pero rápidamente nos atrapa y es como si estuviéramos dentro con ellos.
La conclusión es bastante pesimista. Termina con un matrimonio que empieza, pero al mismo tiempo con otros dos rotos (tres, si contamos el futuro que presumiblemente le espera a la madre maltratada).

Bueno, me bajo a comprar condones, que dentro de dos semanas tengo que acudir a una boda.

Trapero tiene un estilo que me gusta mucho. Su cine es tan realista, tan sutil, que al principio parece que nada va a ocurrir, pero inmediatamente te sientes muy cercano a sus personajes, a sus conflictos y esa mirada penetrante e irónica que posee va construyendo una historia, varias historias, que te arrastran, que te llevan. La narración fluye como si nadie se estuviese encargando de montarla.

En esta película, "la familia" aparece con sus innumerables caras. Y aunque se valga de figuras estereotípicas, la mirada de Trapero es implacable, ya que ese tipismo lo usa como un recurso no como un fin.

En su estética vuelve a tener gran protagonismo la cámara en mano, los planos muy cerrados, encuadres poco académicos (incluso algunos desenfoques) y una música que tanto puede acompañar a la imagen como contradecir a ésta.

Una vez más, con esa sencillez tan austera que lo caracteriza vuelve a firmar otro trabajo muy interesante.

A quienes disfrutan con los autores humildes, pero dueños de una escritura muy personal les recomiendo que vayan a ver este trabajo de Pablo Trapero.