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Hija del divorcio (1946)

Hija del divorcio
62 min.
5,5
50
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Sinopsis
La pobre Bobby (Sharyn Moffett) asiste impotente al distanciamiento de sus padres, que acaban divorciándose y rehaciendo sus vidas cada uno por su parte. Bobby cae enferma, pero el paso del tiempo y las nuevas amistades hechas en el colegio, la ayudarán a aceptar la nueva situación y a dejar de pensar en una imposible reconciliación de sus padres. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Child of Divorce
Duración
62 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
5
Interesante testimonio de los prejuicios sobre el divorcio en los primeros años de la Posguerra
Primer largo de Richard Flescher (1916-2006), exponente de la generación de directores que emergió tras la II GM. Se basa en la obra teatral "Wednesday's Child", de Leopold L. Atlas, y en su primera adaptación al cine en 1934. Se rodó en estudio y en algunos exteriores, con un presupuesto de serie B. No se estrenó comercialmente en España.

La acción tiene lugar en una ciudad indefinida de EEUU, entre 1945 y 1947. Narra la historia de Roberta "Bobby" Carter (Sharyn Moffett), de 8 años, hija única del matrimonio de clase media alta formado por Ray Carter (Regis Tooney) y Jean (Madge Meredith). La falta de felicidad conyugal, propiciada por las frecuentes y prolongadas ausencias de Ray por negocios, provocan la ruptura de la pareja y su divorcio. La separación de los padres y sus posteriores matrimonios, crean a la niña dificultades de convivencia y de estabilidad emocional, que la sumen en una depresión. Con la ayuda de Peggy Allen (Ann Carter), compañera de habitación del internado, intentará aceptar los hechos.

La película, sometida a la censura del Código Hayes, presenta el divorcio como una fuente de males para los hijos, a los que causa traumas psicológicos graves. En la misma línea, culpa a la madre de la ruptura, por su adulterio con Michael Benton (Walter Reed), hombre bondadoso y afectuso. La fuerza dramática de la obra se basa en la incapacidad de la niña de entender la separación de los padres, de aceptar sus nuevos matrimonios, de combinar la convivencia en verano con el padre y el resto del año con la madre, sus celos y la falta de dedicación de tiempo de calidad que le prestan los padres, más atentos a otros intereses. La obra pretende exponer una visión del divorcio desde el punto de vista de los hijos, que concibe como víctimas innocentes de una situación inconveniente. No es necesario decir que las concepciones del film son frágiles e insostenibles. La obra aporta un interesante documento sobre la concepción imperativa del divorcio en los primeros años de la Posguerra y su rigurosa reglamentación legal. Se muestra la inferioridad de la mujer en el hogar, sometida a violencia doméstica impune.

La música, sin relieve especial, cumple funciones de mero acompañamiento. La fotografía comienza con cun "zoom" de alejamiento de una sala oscura que resulta ser una pieza de una casa de muñecas. El final se ciera con un "zoom" similar, ambiguo y sugerente. El guión explica una historia moralizadora. En la interpretación sobresalen Meredith, O'Connor y Ann Carter. La dirección en su primer largometraje demuestra habilidad narrativa y sentido dramático, pese a las limitaciones de la obra.

Película sobre el divorcio en una época de estigmatización, severa reglamentación y exigencia de culpabilidad por parte de uno de los cónyuges. Tenían que pasar 33 años para que se estrenara con éxito "Kramer contra Kramer" (1979). De gran interés para fans de Fleischer.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
“Sí, tendremos que esperar”
Las labores arqueológicas hacen que nos encontremos en ocasiones con productos que no siempre hacen justicia a la carrera cinematográfica de grandes directores. No es esta, desde luego una mala película, ni mucho menos, pero tal vez no concuerda del todo con el tono habitual de la filmografía de Fleischer. Aquí nos encontramos con un drama con niña y divorcio. Semejante premisa en manos de otro director nos haría entrar en pánico y, sin embargo, pese a la modestia de una producción de serie B y la empalagosa y, a ratos, brillante interpretación de la niña Sharyn Moffett, protagonista absoluta de la película en la no aceptación del divorcio de sus padres –ese es el argumento-, y pese a que las cambiantes circunstancias sociales le han hecho perder la fuerza que pudo tener en su estreno en 1946, todavía hoy se deja ver gracias a la labor de un Fleischer que excluye deliberadamente moralinas perjudiciales y muestra, con razonables dosis de sensatez y cotidianidad, el asunto del divorcio, sin excluir una conclusión de brutalidad casi dickensiana a modo de sutil ironía, cierre final bastante refrescante - “Sí, tendremos que esperar”- que hoy sería impensable en el cine de buenos sentimientos predominante. Curiosa.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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