La tropa de Beverly Hills (1989)

Cuando una película con poca publicidad en el momento de su estreno y sin ninguna ínfula ni anhelo de alcanzar glorias que no le corresponden, años más tarde, es vista por miles de personas y se cuela sin hacer ruido en el corazón de mucha gente, es entonces cuando se produce eso que llaman ‘cine de culto’. Peliculitas bien realizadas, entretenidas, con poca cosa pero... con ese “algo”. Un destello casi inapreciable que sin embargo, producciones de envergadura muyyyy superior no logran crear.

En España, es evidente que LA TROPA DE BEVERLY HILLS no alcanzó esa singular categoría, pero me consta que en Estados Unidos sí. No en vano, al cumplirse este año los 30 desde la salida de esta comedia familiar, en uno de esos programas americanos de “reencuentros” han reunido a casi todo el elenco y da mucho gusto verlas a todas de nuevo en una misma habitación.

¿A quiénes? Pues a este simpatiquísimo grupo de girls scout, cuya capitana es una de las actrices que más gracia me hace ver en una pantalla, de sonrisa irresistible y actitud cachonda y locuela, la gran Shelley Long (sí, la conocemos como la sufrida mujer de Tom Hanks en ESTA CASA ES UNA RUINA y la camarera rubia de CHEERS).
El papel que se marca como parodia de la tía pija-acomodada y superficial de California es simplemente magnífico, habida cuenta de un guión cojonudo, de comedia gracioseta pero no de desternille total. Y su transformación en mujer útil a la sociedad y que alcanza el (siempre duro) objetivo que se marca, pues de nuevo muy bien plasmado tanto por ella como por el director –uno de esos que yo llamo “anónimos pero eficaces”–.

El género al que pertenece esta cinta está claro que es el de ‘Superación’. Ya saben, entrenador de equipo de beisbol juvenil que reniega al principio pero que va aprendiendo poco a poco, y que llegan a la final del campeonato estatal e, independientemente de si ganan o pierden, aprenden a trabajar en equipo y a conocerse y valorarse unos a otros y a sí mismos (siempre con A-bajonazo poco antes de llegar a la meta; B-rivales fulleros y engreídos).

En este caso, las “malas” son las Plumas Rojas, cuya líder es el gran personaje de Velda (interpretada por una excéntrica Betty Thomas, quien después dirigiría pelis bastante famosas como DR. DOLITTLE y 28 DíAS), que hacen trampas, son presuntuosas y sólo creen en la victoria por encima de todo; ideal contraparte de las Chicas de Beverly Hills, competitivas pero respetuosas, esforzadas pero no fanáticas. Una vez más, el cine de tendencia educativa (que no adoctrinador, son cosas distintas) me seduce y me encandila.

Con prácticamente nula presencia masculina en el plantel (ni falta que nos hace), este es un largometraje perfecto para ver con chavales una de esas tardes lluviosas, o domingos vagos. Claro que los que hicieron la peli no buscaban ninguna reivindicación ni estar a la moda, ni nada de nada. Simplemente se les ocurrió que por qué no hacer una película protagonizada enteramente por niñas, como tantas las hay por niños. Bien, el resultado fue óptimo.

Entre dichas muchachas, se encontraban algunos rostros que los más cinéfilos sabrán ubicar en esta o aquella peli de la época, o incluso algún “despunte” notorio como el de Carla Gugino: Jenny Lewis era co-protagonista en THE WIZARD: EL CAMPEóN DEL VIDEOJUEGO, a la rubita Ami Foster la habíamos visto en PUNKY BREWSTER, y Tori Spelling fue Donna en SENSACIóN DE VIVIR. Sea como sea, todas están más o menos correctas en sus roles y de lo más divertidas. Por ejemplo en la escena del número musical, con canción bastante pegadiza dicho sea de paso.

Mención especial al curiosísimo repertorio de vestidos guapéricos que luce Phyllis (la prota) en cada una de las escenas, ya que nunca se la ve dos veces vestida de la misma forma. También al homenaje a un ramplón hit de 1965 de los británicos Freddie and the Dreamers, en un par de escenas también muy graciosas.
En resumen, una súper-peli de lo más entrañable y vitalista, con moralina azucarada y valores tradicionales. Un buen remedio contra el mal humor.