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Reclutas (1930)

Reclutas
79 min.
5,6
52
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Sinopsis
Ni su condición aristocrática, ni su Rolls Royce, ni la presencia de un chófer al lado, sirve a Elmer Stuyvesant (Buster Keaton) para conseguir que Mary Kidd (Sally Eilers) la chica que le atrae, consiga acceder a su cortejo... pero el destino va a obligarlo a ponerse un uniforme militar y en plena base se reencontrará con Mary... en igualdad de condiciones. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Bélico Romance I Guerra Mundial
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Doughboys
Duración
79 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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5
Para hacerse amar hay que bajarse del pedestal
El primer encuentro entre el director Edward Segdwick y el comediante Buster Keaton, fue en esa obra maestra titulada “El cameraman”, en la que el actor hace las veces de camarógrafo infortunado, empeñado en lucirse con la esperanza de ganar el corazón de la adorable secretaria que lo trae de cabeza. Ante el éxito alcanzado, Segdwick y Keaton, se reúnen de nuevo al año siguiente y el resultado es “Spite marriage”, en la que, un modesto empleado cuya labor es planchar pantalones, volverá a ingeniárselas para conquistar a una actriz de teatro. Aquí, el personaje de Keaton se llama Elmer, nombre que, con diferentes apellidos y en honor de su muy amado perro San Bernardo, llevará en las dos siguientes películas (“Free and easy” y “RECLUTAS”) que rodara junto a Segdwick.

Pero, el ingenio, la creatividad y el constante brillo que vimos en su primer trabajo juntos, cada vez se decantaba menos, y al llegar a “RECLUTAS”, la inspiración se hallaba en su punto más bajo para ambos, director y actor. Se pregunta uno, ¿Cuál fue el aporte individual de cada uno de los tres personajes que colaboraron en la escritura del guión? Porque cuando se mira la historia, es de una simpleza tan llana y es tan visible la falta de recursos humorísticos, que pareciera que, a todo el mundo, se le olvidó que el plan era realizar una comedia. Empero, en el cuento del ricachón infortunado con las mujeres, queda el significativo mensaje de que, para hacerse amar, muchos hombres tendrán que bajar de su pedestal.

Keaton, parece haber entendido desde el principio, que su creatividad para los gags estaba aquí bastante menguada y claramente se dedica a lucir como un enamorado de corazón encendido; pero duele ver a Edward Brophy esforzándose por resultar divertido en su papel de sargento… y en cada escena, uno no sabe si cerrar los ojos para no ver el ridículo que hace o adelantar la película para que la pena no se haga larga. Su “pelotón” de cuatro soldados, solo podrá recordarse en el instante en que el sargento describe el uso de la bayoneta, pues ese momento tiene verdadera gracia.

Con pena y todo, no me queda más que decir que lo único que puedo guardar en la memoria de este filme bien intencionado, con fines de hermandad y con claro interés antibelicista, es ese instante en el que Elmer entra en territorio “enemigo”, y entre los famélicos alemanes descubre al que fuera su mayordomo… sirviendo la ocasión para su más afortunado momento como soldado. ¡Y cómo olvidar ese baile que hace la súperpreciosa Sally Eilers, dispuesta a no dejar duda de que es toda una mujer siendo una obrera, una militar o una coqueta bailarina.

El cuento del hombre que, por error, termina enrolado en el ejército, sería luego tomado en cuenta por otros directores, quizás porque sintieron que era ésta una buena idea que, sin duda alguna, podía mejorarse.

Pese al regularcito resultado, no acabó aquí la relación entre Segdwick y Buster Keaton, y empeñados en seguir juntos, harían luego cuatro películas más, siendo “Speak easily” -junto a Thelma Todd-, quizás la mejor de ellas.

Para reforzar el mensaje de la película, cierro con una frase de El Mahabharata:

“La No violencia hacia toda criatura, es la más alta de las virtudes”.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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