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Una chica angelical (1935)

Una chica angelical
98 min.
6,8
302
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Historia de una chica huérfana que siembra el bien y la confusión y que al final se transforma en una comedia sobre los estragos que la inocencia causa en el cinismo masculino. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Romance Comedia romántica
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Good Fairy
Duración
98 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Ferenc Molnár
Links
10
El pretendiente protector.
Esta chica angelical se me antoja que tiene todo el encanto de las películas de Lubitsch y de Preston Sturges. Se nota las tendencias en la historia, en el tratamiento de los personajes, en el humor…
Para ver esta película hay que saber que estamos ante un producto no cómico, sino de humor.
Un producto sin maldad pero con malas intenciones, como las del empresario que quiere atrapar a la muchacha. Tampoco es un producto inocentón, no hay tanta inocencia por parte de esta huerfanita, no; no está tan desvalida. Tiene su sinceridad, sus sueños y sus maneras de hacer las cosas, aunque confunda a los demás. Tiene al camarero de su lado y luego encontrará al señor abogado con barba.
El guión es muy meritorio, mal llevado podía haberse convertido en una película demasiado disuelta, sin brío, pero Wyler sabe llevar hasta el final una película muy agradable de la mano de Margaret Sullavan.
Ella es así y la película es como ella.
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17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La huérfana
Notable comedia de William Weyler (“Vacaciones en Roma”, 1953). El guión, de Preston Sturges, adapta libremente la obra de teatro “The Good Fairy” (1930), del húngaro Ferenc Molnar (1878-1952), que se había estrenado (1931) en Broadway. El film se rueda entre el 13/IX y el 17/XII de 1934 en Universal Studios. Producido por Carl Laemmle Jr. para Universal, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 31-I-1935 (NYC).

La acción dramática tiene lugar en Budapest (Hungría), a lo largo de unos pocos días de 1928/29. Luisa “Lu” Ginglebusher (Sullavan), huérfana acogida en el Orfanato Municipal de Budapest desde poco después del inicio de la IGM (1914-18), es seleccionada por el empresario Maurice Schlopkhol (Hale) para trabajar como acomodadora de su sala de cine “El Sueño Palace”, la mayor de la ciudad, de la que es cliente asiduo Bela Detlaff (Owen). Conoce al millonario Konrad (Morgan) y al abogado Max Sporum (Marshall). Bela, de unos 50 años, camarero de un hotel de lujo, decide protegerla de los peligros del mundo. Konrad, de media edad, se dedica al negocio de importación y exportación de carne. Max es un joven y gris abogado en ejercicio. Luisa, de unos 16 años, es ingenua, inexperta, sencilla, encantadora y desenvuelta. Aficionada a los cuentos de príncipes, princesas y hadas, su gran sueño es comportarse como una hada buena que reparte suerte entre los que la necesitan. Bela es paternal. Konrad es autoritario, vanidoso e interesado. Max es honesto y honrado.

El film suma comedia y romance. Es una obra de humor alocado y absurdo, de enredos, malentendidos, confusiones, falsos supuestos, olvidos y excentricidades. Se apoya en la expresión corporal, la visualidad, los diálogos, el modo de vestir, lo que ocurre en el entorno del encuadre, la tipología de los personajes, sus manías y obsesiones, etc. Abundan las palabras y expresiones equívocas, los dobles sentidos, las referencias al deseo y al sexo. Extrae humor de los conflictos de intereses de los protagonistas y de sus comportamientos compulsivos e incontrolables. Se burla de los hombres y de su impaciencia, cinismo, celos y costumbres absurdas: apiñarse ante la puerta de salida de las chicas, hablar todos a la vez, pelearse por minucias, entretenerse con fantasías y juegos eróticos, etc. Es fuente abundante de humor la ignorancia, la ingenuidad, la inexperiencia y el desconocimiento del mundo y las normas sociales. No falta la burla de gobernantes, políticos, ricos, alta sociedad, fiestas de gala, salones reservados... Se mofa de la vanidad, la hipocresía, el culto a las apariencias, los celos, la presunción, el autoritarismo. También ridiculiza a los guionistas, los diálogos sin contenido del cine, los melodramas desbordados, las escenas lacrimógenas.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
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