Tierra del crimen (1997)

Saoco, Papi (Pyun cuuuute). Vaya con el niño, estilista de la basura, Sergio Leone del subsuelo, Orson Welles en la cochambre. Todo significa, apunta a, tiene maneras, juega, los sonidos, las luces o colores, los diálogos, cada poro o fotograma apura supura signo, intención, autoría, divina, hipnotiza, hechiza, cultura, da forma, el Schrader de como animales salvajes, Antártida de Manuel Huerga y El corazón del ángel de Alan Parker.
La trama o argumento es un Macguffin, aquí lo que cuenta son los tiempos muertos, en off, donde nunca pasa nada, el tiempo se detiene, ralentiza, cámara lenta, o expande, de par en par como una concha se abre, el resto son los españoles haciendo el cafre, para variar, así no somos nosotros, leyenda negra, más bien buenos o santos, mucho lloramos, sentimientos derramamos, claro, por supuesto.
Y Neil Diamond pasaba por allí, el pobre sin comerlo ni beberlo, invitado a la fiesta, con Burt Reynolds, Dakota del Norte, Rob Lowe sin Jaqueline Bisset, pa qué, y Ice-T, ley y orden no tanto, y un par de andovas eslavas de toma pan y moja, a cada cual más guapa, la principal es Nastassja Kinski, dónde andará su padre, en qué cielo, y de la otra poco o nada sabemos, qué fue de ella, de Blanka Kleinova, ¿se la tragó la tierra o es tal vez monja que pena?
A su modo espantoso, con ese presupuesto no te llega ni para organizar el cumpleaños tardío de tu hijo adoptado, Kas naranja Kas limón, es tan buena que te amodorra, te duerme severamente, efecto narcótico potente, como una nana o música de las de adarga antigua buena que a las fieras corrupias amansa y en la que casi todo rima o casa. Hay momentos bellos poperos en los que cada personaje está iluminado por un color distinto, del morado al amarillo/verde/gris o lo que toque adorne, adorno. No hablan, poetizas, no matan, eliminan o expurgan, no se mueven, se deslizan en la negra noche. Y el amor fou, terminal, fronterizo, desperado, hermoso como el neón de siempre, esa biblia.
Este director tiene más cojones que nadie, gordos como gorriones.

Pretenciosa. Sosa. Sin chispa. Un futuro, ya pasado, decadente y sórdido. Por supuesto, ambientado y rodado en Europa del Este. Pyun dirige con estilo y elegancia, aunque eso no quita que, víctima de un pésimo guión, sin sustancia y que como mucho daba para un corto de 15 minutos, nos ofrezca un aburrido producto alargado artificiosamente con inacabables actuaciones musicales de la protagonista, planos cortos a tutiplén, un montón de escenas ralentizadas sin venir a cuento, que ya quisiera Zack Snyder, a Rob Lowe con la misma mirada perdida e historias secundarias innecesarias. Mucho bla-bla-bla para tapar las carencias y los agujeros de guión. Mucho y absurdo. Eso sí, todo apoyado en sus amigos, una magnífica fotografía de Mooradian, aunque abusa de luces rojas y azules, y una aceptable banda sonora de su inseparable Riparetti, que también compone alguna de las canciones que canta la protagonista.

El caso es que este filme me recuerda a otra película fallida y pretenciosa titulada "Mute", también ambientada en una Alemania sórdida, en torno a un cabaret, con niña y un personaje que lucía el mismo bigote horroroso que aquí luce Rob Lowe.

Tanto rodar en edificios ruinosos y ya no sé cual de las películas de Pyun estoy viendo, si "Apocalipsis Omega", "Némesis", "Némesis 4", "Cyborg" o que-se-yo. Aquí tenemos la misma ambientación mil veces vista.

A nivel actoral, Rob Lowe parece no entender su papel- no me extraña- al igual que el pobre Burt Reynolds. Ambos son víctimas de un triste guión. Y los malos, Van Peebles y Ice-T, recurren a todos lo tópicos posibles en sus personajes, que son predecibles hasta en su final. Curioso, malos mafiosos que viven en Centroeuropa y que son afroamericanos. Hoy en día, serían rusos, por todo eso de lo políticamente correcto.

Pyun empezaba a declinar en su creatividad y en iniciar una pedantería onanista que crecería con sus posteriores obras, alcanzando niveles letales para el espectador con la incorporación del croma. Sus guiones empezaban a ser poco interesantes y lo peor, aburridos. A la serie B se le pide diversión y poca o nula reflexión metafísica de los personajes. A mí me importan poco o nada las vicisitudes del yonqui llamado "Crazy six" por ser el sexto hermano de su familia y estar loco. En una película de tiros quiero ver tiros, y aquí hay muy pocos. No necesito ver a Lowe mirando las musarañas.

Aunque la vi de noche, me dormí varias veces antes de llegar a los 40 minutos. Tuve que acabarla al día siguiente y , aún y así, se me hizo larguísima.

Para adoradores y completistas de Pyun (entre los que me encuentro, por que si no...)