Siete mil días juntos (1994)

Tan divertida, cínica y amargada que sólo puede enclavarse en el género ibérico de pata negra, pero muy, muy negra. Esta película de Fernando Fernán-Gómez contiene un humor tan lúcido y tan bestia que hace que la escena más sangrientamente humorística de Tarantino parezca tan inofensiva como un especial Navidad de Pocoyó.

Pero la profunda amargura que rezuma por todos las costuras del artefacto la hacen quizás un poco menos divertida y un poco más horrible y angustiosa, porque el matrimonio protagonista de "Siete mil días juntos" es un reflejo en clave esperpéntica de una realidad horrible, la de la pareja en modo cadena perpetua con bolas, ratas en la celda y múltiples sodomías por parte de un bien dotado compañero de celda.

Si el binomio de calzonazos y arpía con vozarrón de haberse criado a base de biberones de ron Negrita ya no es suficientemente espeluznante, la cosa se remata situando parte de la acción en un depósito de cadáveres en el que trabaja el sufrido protagonista y que es base de una escena que si no echas el estómago entero te felicito porque no eres humano. Pero ¡qué asco POR DIOS!

Actores geniales desde el primero hasta el último haciendo la cosa aún más creíble y por tanto más insoportable.

Recomendada a quien quiera ver una buena película aunque sea pasando un poco de mal rato. Y una observación que dejo para spoiler.

Que cómo me gusta a mí el esperpento! Lo has bordao, Fernán-Gómez, eres la hostia. Difunto y todo te lo tengo que decir.

Qué pedazo de comedia, qué finura, qué cantidad de personajes inolvidables! Ese filósofo de la vida necrófilo que interpreta magistralmente mi adorado Agustín González (Diossss, qué actorazo), esa maravilla de petarda de la muerte con sus rulazos y su bata de guatiné a la que da vida la incombustible Pilar Bardem (para que luego digan que esta mujer no sabe actuar)... y esa historia de amor conyugal eterno en esa España cutrerretro, con esos papeles pintados que harían orgasmarse al mismísimo Andy Warhol... Fernán-Gómez, porque tú lo vales.

Cómo me gusta descubrir tesoros escondidos. Y qué orgullosa me siento de mis raíces patrias cuando me regalan cosas como ésta. Estoy por cantar "Suspiros de España".

Dos escenas magistrales: la del depósito con Agustín González relatando la disolución de un cadáver en ácido sulfúrico, y la final de la casa del terror en el parque de atracciones.

Y que me digan a mí que Álex de la Iglesia inventó el humor negro. Madre mía, pos no tuvo maestros!