Dulcinea (2019)

Connor es un estadounidense enamorado de la historia del Quijote que siempre ha soñado con viajar a España. Tras varias desgracias personales y perder su trabajo, su terapeuta le presta un anillo con el que puede viajar a cualquier lugar, con usa sola condición: no visitar el mismo sitio dos veces. La situación se complica en Madrid, donde Connor conoce a Isabella.

David Hebrero presenta su primer largometraje como director. Se trata de una película muy atípica, una comedia dramática con toques fantásticos y con una historia de amor nada convencional. Con situaciones que recuerdan a Woody Allen y un homenaje al Día de la marmota, no dejará indiferente a nadie. Grabada principalmente en Los Angeles y Madrid, pero con escenas en medio mundo.

El trío protagonista formado por Connor (Steven Tulumello), Isabella (Sara Sanz) y Martha (la teraupeuta, Thalma de Freitas), hacen un buen trabajo y nos meten en la historia. Secundarios de lujo como Alonso (Germán Torres) redondean el casting. Un acierto el de los actores españoles hablando un inglés que podemos escuchar en la calle, correcto pero sin llegar a un bilingüismo que sería poco creíble en nuestro país.

En resumen, una película poco convencional que hay que ver con la mente abierta. Así se hace muy disfrutable.

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Dulcinea es una propuesta atípica que hay que ver con la mente abierta, debido a la ambición del proyecto. Por un lado, intenta aproximarse a una gran obra literaria, Don Quijote de la Mancha, pero por otro, combina trazos de comedia, drama y toques de fantasía. Todo ello provoca un cierto desconcierto en el espectador, que puede llegar a plantearse si se encuentra ante una película seria o ante un chiste.

No obstante, superada la turbación inicial, la audiencia empieza a empatizar con Connor –magníficamente interpretado por Steven Tulumello–, un americano obsesionado con el escrito de Cervantes al que la vida no le sonríe en absoluto. El protagonista de esta historia de amor poco convencional no es el típico prototipo de hombre apuesto y refinado, sino que se parece más bien a Sancho Panza; sin embargo, el actor se gana enseguida la simpatía del público.

A medida que avanza la trama, la fotografía va cambiando de localización y la fantasía puede llegar a resultar un tanto exagerada. De todas maneras, y a pesar de la limitación de medios –que puede notarse en algunos detalles–, el director se las arregla para realzar la figura de Don Quijote, exaltar la ciudad de Madrid, y exponer temas como el compromiso, la familia o el valor para enfrentarse a los problemas.

Con referencias evidentes a Atrapado en el tiempo y Midnight in Paris, el relato se enfoca en la relación entre Connor e Isabella, una española que conoce en su visita a Madrid, y que le devuelve las ganas de vivir. Además de la curiosa situación que los rodea, su romance tiene un final desacostumbrado, lo que aporta frescura a este original guion.

Sin seguir muchas normas, Dulcinea es una apuesta arriesgada que, aunque puede sorprender o parecer extravagante, funciona gracias al elenco y arrancará alguna carcajada del público, o por lo menos, una sonrisa.

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