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Mannaja (El valle de la muerte) (1977)

Mannaja (El valle de la muerte)
91 min.
6,1
133
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Sinopsis
Mannaja captura a un bandido fugado y va al pueblo más cercano para cobrar la recompensa. Pero el pueblo se encuentra en manos de una banda de asesinos capitaneada por Valler, y sin sheriff. Mannaja se juega al póker con Valler la recompensa del bandido... (FILMAFFINITY)
Género
Western Spaghetti Western
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Mannaja (A Man Called Blade)
Duración
91 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
6
Echar el cierre
He de confesar que he visto pocos SW. Como mucho, unos 20. Pero cuando uno ha visto los cinco que rodó Leone y otras cinco o seis joyitas del subgénero como “Salario para matar”, “Django”, “El gran silencio”, “El halcón y la presa”, “El día de la ira” o “Keoma”, las esperanzas de que un SW vuelva a sorprenderte positivamente son —por desgracia— más bien escasas. Precisamente por ello, cada vez que veo un SW el tope de mis expectativas suele situarse en torno a las 6 estrellitas. En torno a aquello que FA califica como “interesante”. Y eso mismo es lo que me ha parecido “Mannaja”, un SW interesante. Un SW que cumple con las expectativas depositadas en él y que justifica someramente su visionado. ¿Cómo? Pues manejando con corrección sus ingredientes principales (buenas dosis de violencia, estética embarrada y brumosa, trama argumental ágil y entretenida…), constatando desde un primer momento que estamos ante una producción considerablemente holgada y cuidada y esquivando a la perfección, sobre todo, el patetismo y esperpento de muchas de sus producciones coetáneas.

¿Qué “Mannaja” evidencia lagunas en el guión, que Maurizio Merli no es Franco Nero y que la peli de Martino tira descaradamente de tópicos y clichés? Pues claro, para qué vamos a engañarnos. Pero si a todo lo bueno que he dicho de “Mannaja” le añadimos dos o tres frases bien dichas, cierto espíritu de crítica social y hasta ecológica y un par de secuencias muy bien resueltas (las que alternan el tiroteo y el baile de las rameras a base de cámara lenta, muy a lo Peckinpah, y la del fantasmagórico duelo final) el producto resultante es, sin lugar a dudas, un SW que se puede y se debe ver si eres un verdadero fanático de este subgénero. Y más teniendo en cuenta que “Mannaja” —junto a “Keoma” y “California”— contribuyeron a echar el cierre de forma más que digna a un subgénero que jamás contó con demasiadas joyitas y sí, en cambio, con algunas de las peores pelis de la historia del cine.
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
¿Eurowestern crepuscular?
Este tardío spaghetti del 77 tiene la meritoria consideración de certificado de defunción del género. De entrada, es de agradecer que sus responsables no estuvieran pensando en convertirla en tal cosa (impresión que si que da la presuntuosa “Keoma” de un año antes) y que obvie el humor de garrafón que había terminado de degenerar el subgénero durante sus últimos años.

Para mí, el punto fuerte del western europeo siempre estuvo en el carisma de los protagonistas y en su capacidad para producir detalles, situaciones y momentos capaces de trascender la propia película. Así a bote pronto y sin recurrir a Leone se me ocurren el grito de “Cuchillo se va…!!!” de Tomas Millian en “El halcón y la presa”, el duelo con jarra de cerveza de por medio en “Joko invoca a Dios… y muere” o los consejos de Lee Van Cleef a Giuliano Gemma en “El día de la ira”, pero hay ejemplos a patadas . Sin embargo en muy pocas ocasiones esas perlas encontraban el engarce suficiente, debido a unas historias intercambiables repetidas hasta la saciedad y unos guiones anecdóticos con nula progresión narrativa (ya no digamos dramática).

Este caso es un buen ejemplo de todo ello; todo empieza con la recurrente escena de caza de un forajido y la llegada del protagonista al aún mas recurrente pueblo sin ley bajo el dominio de un omnipresente patrón. A partir de ahí la historia se enroca en los lugares comunes habituales: cruces de miradas, engarradas, tiroteos, cacicadas… la cosa no empieza a avanzar hasta pasados los tres cuartos de hora, cuando empieza una sucesión de giros de guión que, tras alguna escaramuza mas, nos lleva hasta el inaplazable duelo final. No ayuda tampoco el blandito Maurizio Merli, que encima acaba medio enamorao (esas cosas a Lee Van Cleef no le pasaban…)

Con todo, no faltan los detalles desperdigados, como los dos enormes mastines que acompañan siempre al villano, ni la escena-antológica-de-turno (al prota le aplican un primitivo “experimento Ludovico” con astillas clavadas en los párpados), y cabe reconocerle a Sergio Martino cierta clase en algunos momentos, como el montaje paralelo entre un baile de coristas y una matanza al ralentí (¿alguien ha dicho Peckinpah…?) o en la primera y última secuencia, ambas apenas intuídas a través de una espesa niebla que las envuelve en un halo fantasmagórico inexistente no obstante en el resto del metraje.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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