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Murder Is My Beat (1955)

Murder Is My Beat
77 min.
6,4
157
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Sinopsis
El cadáver del Sr. Dean es encontrado boca abajo en la chimenea, con su rostro desfigurado por las quemaduras, sin poder ser reconocido. Los detectives Patrick (Paul Langton) y Rawley (Robert Shayne) arrestan a Eden Lane (Barbara Payton), una cantante de un nightclub, que es condenado por el crimen. De camino a la cárcel, Eden ve a un hombre a través de la ventanilla del tren, que lo identifica como el asesino, y tanto Patrick como la propia Eden saltan del tren para capturarlo... (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Intriga Policíaco Serie B
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Murder Is My Beat
Duración
77 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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5
Se deja ver y se olvida con cierta facilidad
"-¿Ella trabaja aquí desde hace mucho?
- Más o menos".

Film de serie C, dirigida por Edgar G. Ulmer, al decir de muchos un fuera de serie que con poco presupuesto conseguía grandes trabajos y según otros uno de los peores realizadores de la historia.
Yo, desde luego, no estoy de acuerdo con la segunda opinión, creyendo que Ulmer sí tiene algunos estimables trabajos, como "Detour", "Barba azul" o "El gato negro", por citar algunos de ellos, aunque también algún soso trabajo como "El ser del planeta X".
Aquí creo que se queda a medias en cuanto a convencer al espectador, pero es una cinta realizada con mimo, cariño y entrega, con un amor hacia sus personajes superior al que consigue para con el espectador, que a veces asiste algo atónito ante lo que ve y oye, como por ejemplo, su parte final, la resolución del caso.
Por lo demás, es de corta duración y no aburre aunque tampoco interese demasiado. Se deja ver y se olvida con cierta facilidad. O eso creo yo.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Quizás la rubia tenga razón esta vez...
Su rostro triste y algo desencajado lo dice todo. La querríamos creer, ¿no?, a esa pobre chica que espera absolutamente desconsolada un destino que quizá no le tenga que tocar.
Por supuesto él también desearía creerla. Pero las mujeres son engañosas; su mejor arma es la lágrima fácil, siempre ha sido así en el relato negro...

El cine negro, por su parte, no había muerto tras haber acabado los '40 ni mucho menos, prosiguió con fuerza e incluso adquiriendo una nueva forma y estilo gracias a títulos poderosos, esenciales para el mismo; a mitad del decenio siguiente podríamos nombrar, como triunfos del género, "La Noche del Cazador", "The Big Combo", "El Imperio del Terror", "El Beso Mortal" o la francesa "Rififi". Está claro que entre tanta joya, entre tanto maestro al que alabar, las obras y directores menos reconocidos (que no menores) quedan siempre enterrados en polvo hasta que alguien se lo quita de encima.
¿Quién iba a recordar a Edgar Ulmer, el individuo de la tacañería cinematográfica?, pero no porque él quisiera, sino porque esa era la situación que le había tocado vivir; pues este hombre vive una época un tanto agitada y perniciosa, aceptando encargos en baratísimas coproducciones. En ese 1.955, y antes de filmar el extrañísimo "western" "La Aurora Desnuda" (por lo difícil que resulta ubicarlo en su filmografía), regresa a un terreno conocido como es el "thriller", y ahora ya no actúa desde PRC, sino desde Allied Pictures, donde Aubrey Wisberg financia y escribe el proyecto.

Uno que conoce el cine negro, que no le importa sumergirse en su universo tan particular a pesar de haberlo hecho cientos de veces, ha de aceptar la lógica y la historia como nos es contada; y en este caso, después de un intenso prólogo, seremos conducidos a un larguísimo y típico "flashback" a través de la narración que Ray Patrick brinda a su compañero Rawley. El primero es un detective de policía que acaba inmiscuido en un dudoso asesinato cuyo principal responsable parece ser una chica; aunque nos paseemos por los escenarios más reconocibles del "noir" y veamos a sus personajes más estereotipados hay algo que lastra la calidad del film.
Situando a Patrick en el centro del suspense, Wisberg y Ulmer despojan de cierto dinamismo a la historia; el impertérrito Paul Langton no encarna a un temerario del "hard-boiled" como Marlowe, sus procederes y sus formas de hablar y actuar corresponde a los rudos policías de los seriales televisivos, cuyo carisma es más plano que una pizarra. Por tanto podríamos decir que el argumento y los hechos de "Murder is my Beat" se desarrollan al estilo de un "thriller" policíaco de manual, en su más estricta y literal concepción; el protagonista surca diversos lugares bajo su narración omnisciente y monocorde, hasta llegar a la supuesta rubia perdida, Eden.

La rubia es, a todo esto, Barbara Payton, a la que podemos recordar de "Corazón de Hielo", "Atrapado" o "Sólo el Valiente", con unos pómulos cada vez más prominentes pero sin perder ese atractivo tan "monroeniano" que la caracterizaba. Ulmer, ateniéndose a su habitual limitación de presupuesto, modela una atmósfera tan propia del cine negro, tan desnuda y sencilla, que cuesta discernir su estilo, si bien aplica trazos de fatal romance aquí y allá; y éstos son los que llevan a la trama a lugares interesantes, al lograr la fémina hacer dudar al policía de su supuesta inocencia.
Planea la ambigüedad sobre ella, nunca pudiendo afirmar de si se trata o no de una "femme fatale" y Patrick de otro idiota que ha caído en sus hipnóticos encantos; la segunda mitad en el pueblo intentando dar con la pista de la sorprendentemente reaparecida víctima del asesinato (Fred Deane) es lo que mayor interés acumula, y más incluyendo la presencia extraña de una amiga de Eden (Patsy)...claves cuyo secreto se resolverá por malabares decentemente tratados en el guión (siempre gracias a una dirección escondida, un dinero que aparece en el lugar más sospechoso u otro personaje implicado que corresponde con más información para esclarecer el caso).

Pues a pesar de sus errores propios de producción barata, el buen director sabe imprimir el ritmo justo a la historia (ayuda que el metraje sea cortísimo) y mantiene enganchado con toda la sencillez y entretenimiento decente en los que se apoya y con el cúmulo de cosas que van sucediendo, algunas de ellas requiriendo la absoluta creencia del espectador en que si algo hace funcionar al cine negro es su torcida visión de la realidad, su absurdo orden, su bien establecido caos, y sus personajes ininteligibles, enigmáticos y confusos revolviéndose en su interior.
Como muy grande debe ser la fe que debamos otorgar a un clímax que Wisberg pretende resolver a base de sorpresas algo delirantes y apresuradas (si bien Hitchcock lo hacía en sus películas y Chandler en sus novelas y todos las consideran genialidades...); sin embargo por culpa del epílogo, simplón, torpe, demasiado dicharachero, uno no duda de que lo que perseguía el productor no era implicarse con un complejo "noir", sino salir del paso con un episodio de serial matutino, pues a eso acaba aspirando "Murder is my Beat".

Para Payton, por cierto, sumida en un consumo de drogas y alcohol cada vez más enfermizo a la par que sus constantes líos con la ley, éste fue oficialmente su último trabajo en el cine; terminaría su corta carrera ejerciendo como prostituta de clase alta y metiéndose en problemas por estafa.
Al final la rubia sí que era una mujer fatal...pero ello le costó muy caro; una década más tarde, hepática, arruinada, olvidada y alcohólica, fallece en San Diego. Otra joven promesa de la industria, no poco talentosa, quemada antes de tiempo...
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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