Tosca (1941)

Koch y Renoir adaptan la ópera de Puccini y consiguen un extraño resultado: lograr que la trama se desarrolle con tal ímpetu, que la parte musical pasa a un segundo plano.
La dirección es espléndida y se percibe en todo momento el fervor de sus directores por la obra verista, entre los guionistas se encuentra Luchino Visconti y se puede sospechar su aporte en diversas escenas del film.
Las actuaciones son excelentes, Imperio Argentina y Rossano Brazzi están impecables. Pero quien se roba las cámaras es Michel Simon en el papel del Barón Scarpia, consiguiendo un personaje inteligente, siniestro e inescrupuloso.

Tosca es un melodrama trágico, basado en hechos históricos y que tiene una evidente intencionalidad política.
Angelotti escapa de prisión, es un liberal y aparenta ser el protagonista principal de la acción, pero no es más que un personaje secundario que sirve de disparador de la trama. En esta huída, Angelotti encuentra a Cavaradossi, un pintor amigo suyo que si bien no está directamente inmiscuido en política, simpatiza con las ideas del fugitivo. El pintor ayuda a su amigo que es perseguido por el Barón Scarpia, jefe de policía de Roma y que está enamorado de Tosca, la novia de Cavaradossi.
La historia está llena de engaños, celos y traiciones. Los personajes van evolucionando a medida que avanza la obra; Cavaradossi y Tosca que en un inicio aparentan ser frívolos y egoístas van transformándose en protagonistas temerarios y heroicos.

Hacia el final escuchamos: E lucevan le stelle (Y brillaban las estrellas), una de las arias más hermosas y célebres del repertorio lírico y que en sus últimas estrofas traduzco:
Se desvaneció para siempre mi sueño de amor...
El tiempo ha huido...
¡Y muero desesperado!
¡Y muero desesperado!
¡Y no he amado nunca tanto la vida!
¡Tanto la vida!

Dr.Juventus