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La negra de... (1966)

La negra de...
65 min.
7,3
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Sinopsis
En Dakar, Diouana, analfabeta, es contratada por una pareja de blancos burgueses. Está encargada de ocuparse de los niños, una responsabilidad que la hace tener en cuenta por sus semejantes… Para agradecerle esta situación acomodada, Diouana le ofrece una máscara tradicional a su jefa. Por petición de sus patrones, Diouana acepta con júbilo acompañarlos a Antibes para las vacaciones. En Francia, las cosas cambian. Diouana se ve en la obligación de realizar todas las tareas domésticas, reducida así a la servidumbre sin ningún día de descanso... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Drama social Colonialismo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Senegal Senegal
Título original:
La noire de... (Black Girl)
Duración
65 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción Senegal-Francia;
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7
Madame de…
La llevaron de Dakar a Francia para cuidar a los niños y la pusieron a fregar, a cocinar y a pasar la bayeta antes de que dejase la maleta en el suelo… ¡¡¡Y a hacer el café!!! Y, por supuesto, a que la den besitos en las mejillas las visitas…:

«Tranquilos es un animal… no entiende nada pero lo hace por instinto, como los animales…»

Ella lo hace de punta en blanco y con tacones con las esperanza de salir a ver las tiendas, pero serán la frutería y la tienda de ultramarinos. Y todavía queda lo peor: vienen los niños.

Desde Dakar (con amor) se acuerdan de ella:

«No te acuerdas de nosotros, no nos mandas dinero y te lo estas pasando bomba despilfarrándolo…»

Y encima es una desagradecida y una holgazana porque a veces la pobre no puede más. Ella calla pero entiende… y su explosión no será decirles las cuatro verdades a la cara ni un acto de rebeldía frente a la tiranía… será mucho mas doloroso y cruel (pero para ella lo pagará con su sangre… puro sacrificio).

Voz en off, estilo cuasidocumental (no importa las deficiencias de actuaciones), dos flashbacks y menos de una hora para contar una verdad universal que resuena desde milenios: antes los esclavos obedecían a latigazos… ahora a golpe de dinero y falsas esperanzas.
Por encima está la dignidad frente al vil metal…objeto con el que se compra una vida… y se seguirá comprando… y aunque la única amenaza sea la propia conciencia (metáfora del niño con la máscara persiguiendo al franchuten) se perderá una vez se cruce el puente entre el territorio extranjero y el civilizado.

Siempre pagan los mismos: ley de vida de un mundo injusto que ya contemplaban Ousmane Sembene y Diouna y que poco ha cambiado desde 1966.
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23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La condena del colonialismo
Hay autores que desde el primer zapatazo sientan cátedra, y con tal autoridad que durante el resto de su existencia ya ni su vida ni su obra pueden prescindir de determinada magnitud.

Ousmane Sembene, escritor, director y activista senegalés puede presumir de ello, aunque nunca lo haya hecho. Desde su primera película, “La noire de...” (1966), del que hablaremos largo y tendido, hasta el que dio fin a su filmografía, “Moolaadé" (2004), un contundente alegato contra la ablación femenina, Sembene ha mostrado un metódico compromiso a favor de los derechos humanos que, desde luego, en nada le ha impedido a lo largo de su carrera convertirse en uno de los directores africanos más influyentes.

“La noire de...” supuso una total ruptura con el concepto de cine negro en todo el continente africano, especialmente en el África Subsahariana, siendo el primer director de color y rodando pues desde un análisis alejado del concepto de 'negritud', siempre desde el punto de vista de los colonizadores, por muy solidarios que fuesen, que aparecía en todo el cine anterior.

“La noire de...”, en cuyo título, con una poco velada referencia al filme francés “Madame de...” (1953) ya se puede apreciar el contraste rasgador que Sembene quiere imponer entre la exquisita dama francesa protagonista de la cinta de Max Ophüls, pero que puede ser juzgada de manera inclemente por el estrato social que sólo la valora por su marido, y la negra sin valor, supuesta sirvienta reconvertida en esclava, que permanece ignota, condenada al ostracismo por la sociedad global que consiente y permite.

Sembene no deja títere con cabeza a fin de explicar en qué consiste la dignidad de un ser humano, y lo primero que sorprende de la historia de Diouana, una chica senegalesa que, esperanzada, se marcha con sus amos blancos (sí, terrible palabrota) a la Costa Azul donde iba a vivir, al menos, como una más de la familia, se estrenara en Francia sin que ardieran los cines. Y es que en realidad, Diouana, lo único que dice en toda la película una vez pisa la casa de Antibes -hasta una, digamos, semirebelión- es “Oui, monsieur” o “Oui, madame”, según a quién se dirija. Constreñida dentro de un cuartucho de ridículas dimensiones, sin tiempo libre, ni dinero, sin que se le permita vestirse bien ni tener relaciones, que desconoce el francés y que no sabe leer ni escribir (todo esto como la inmensa mayoría de las 'empleadas de hogar' importadas de países supuestamente descolonizados y condenadas a condiciones infrahumanas)... Diouana NO PUEDE HUIR. Menos mal que, como bien dice uno de los invitados burgueses a la casa de la familia, los negros no tienen inteligencia ni sentimientos. Lo entienden todo por instinto. Si no fuera por eso ¿qué conciencia lograría soportar la terrible injusticia que supone mantener a un ser humano en semejante vida? Obviamente, quien no tiene esos sentimientos que aboga en otros.

“La noire de...” fue realizada sólo seis años después de la independencia de Senegal del gobierno de Francia, y en las tomas que Sembene rodó en su país natal decide igualmente dar sin tapujos serias cinceladas al colonialismo, que supuso y sigue suponiendo un dominio de una minoría opresora mantenida por los intereses de países occidentales y que se aprovecha de la necesidad de la población nativa: esperando un posible contrato, se les ve aguardar como ganado al que sólo le falta que le miren los dientes, en una escena en el puerto puede verse el abuso y la muerte de indígenas senegaleses por defender a la patria francesa nada agradecida durante la II Guerra Mundial (y que relatara de forma contundente el director argelino Rachid Bouchareb en 2006 con su obra “Indigènes”)... El pobre es pobre y desgraciado hasta en su país.

Sembene intento cambiarlo. Y de nosotros depende.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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