arrow

A la conquista del polo (1912)

A la conquista del polo
33 min.
6,6
366
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Sinopsis
Un aerobús rematado en cabeza gallinácea conduce a los expedicionarios liderados por el profesor Maboul (Georges Méliés) rumbo al Polo Norte, donde se toparán con un gigante de hielo, para, al rato, escupirlo a requerimiento de sus compañeros. Los viajeros regresarán triunfalmente a su destino tras un paseo por los hielos perpetuos. (FILMAFFINITY)
Género
Ciencia ficción Aventuras Steampunk Cine mudo Orígenes del cine Mediometraje
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
À la conquête du pôle
Duración
33 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Julio Verne
Links
8
Me gusta Méliès
Diez años después del primer tesoro cinematográfico, aparecía este mediometraje, con idéntica estructura narrativa (preparación de la loca empresa, trayecto, llegada al lugar enigmático) pero sumando más medios, más minutos, más sorpresas y más trucos. Méliès realiza aquí uno de sus últimos y más dignos trabajos, después de varios años en los que -como indica Javier Memba- la Edison le ha estado copiando ideas y técnicas sin apoquinar un dolar, en un momento en el que la Pathé señala el rumbo a seguir en la industria cinematográfica y el avance imparable en la concepción y práctica del cine relega a nuestro francés a un asiento no demasiado cariñoso.

Quizás "el mundo" ya estaba cansado de los mismos cartones y de los mismos viajes imposibles. Un siglo después, como curiosos del séptimo arte y no como espectadores exigentes, vemos a Méliès de otra manera. Su talento para aunar ilusionismo, excentricidad y humor tardaría años en encontrar parangón. ¿Cuántos? Habría que hablarlo. Lo que no admite discusión es que supera con creces a sus predecesores y a sus coetáneos; rellena el vacío de un Segundo de Chomón y se aleja años luz de unos hermanos Lumière cuya creatividad se consume en el realismo insignificante y cuyo aporte al cine, en mi opinión, no posee el elevado valor que se le suele atribuir: si ellos no hubieran inventado el cinematógrafo, lo habría inventado cualquier otro, habida cuenta del desarrollo palpitante que por entonces vivía el intento de fotografiar el movimiento. Antes de los hermanos Lumière había mucho más de lo que a veces pensamos: praxinoscopio, kinetoscopio... Solo faltaba un último empujón.

Méliès, en cambio, encarna la primera gran personalidad cinematográfica. La simpática plasticidad de sus decorados antecede al simpático atuendo de un Charlot. En ambos, lo más reconocible trasciende las décadas (con ciertas enormes diferencias, por supuesto). En el primero, cartones y efectos especiales enriquecen el valor de una primigenia ciencia ficción en la que lo importante es lo que sucede dentro del plano teatral. Una cámara fija (con excepciones: el interior del "avión" zozobrando) registra la sobrenatural imaginación del francés. En ese sentido, diría que nada se presta tanto a la observación y al disfrute como la minuciosidad de unos dibujos y unos decorados en los que nada se deja al azar, bien se trate del hangar donde se construyen los prototipos aéreos, bien de la cabina del "avión", bien de un no menos lunar polo norte. Por no hablar del psicodélico vuelo o del impresionante monstruo final, cuya escena he mirado con una sonrisa y una fascinación que rara vez me salpican cuando estoy ante una película anterior a la 1ª G.M. No menos halagos merece la profundidad con la que juega Méliès al presentarnos un objeto que se va aproximando desde la lejanía (el zeppelin final o el "avión" que aterriza a su manera en el polo tras superar una elevación).

En definitiva, una absoluta delicia visual, que además no solicita ese ejercicio de empatía que a veces fracasa al enfrentarnos a algunas tramas y personajes -simples hasta lo cansino- de hace un siglo. Recomendable la versión restaurada (la restauración, ese trabajo que los amantes del silente nos vemos obligados a reverenciar), por cuanto permite encarar mejor los matices de la película.
[Leer más +]
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
ATÓNITOS DURANTE CIEN AÑOS
Una vez más el genial talento de Méliès asume la responsabilidad de adaptar al nuevo arte una de las novelas de J. Verne y, una vez más, nos llena de admiración su habilidad para conseguirlo.

Resuelve las situaciones más complejas con su habitual maestría y es capaz de recrear todos los ambientes para otorgar absoluta verosimilitud -capacidad de fabulación- al argumento.

Hoy consideramos que la secuencia del vuelo -incluyendo la referencia zodiacal- resulta demasiado larga pero con toda certeza no opinaban lo mismo aquellos espectadores que asistían atónitos a las salas de proyección cuando comenzaba la segunda década del siglo XX.
[Leer más +]
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre A la conquista del polo
Fichas más visitadas