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Welcome to the Ogenki Clinic: Feel Good All Over Again (1988)

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Ruko Tatase, el mejor remedio para curar sus problemas sexuales
Sexo desenfrenado y risas aseguradas. Si todas las clínicas se parecieran a la Clínica Ogenki los problemas sexuales de hombres y mujeres se acabarían en un santiamén...¡y más aún contando con una enfermera como Ruko Tatase!

Hablar de "Ogenki Clinic" es hacerlo de algo muy especial dentro de la extensa lista de películas eróticas que colmaron la serie "B" y "Z" japonesa de los años '80, y sin embargo produce una sensación de amargura saber que una de las primeras compañías cinematográficas del país, la gran Nikkatsu, que en su edad temprana estuvo en competencia con Shochiku y Daiei y que produjo obras sensacionales durante la década de los '50 y los '60, acabara inmersa en este terrible negocio de las "roman porno" y las "pinku eiga" hasta el punto de abandonarla algunos de sus directores y actores más famosos.
Pues fue cinco años antes de que la productora se declarase en quiebra cuando se llevó a "live-action" una exitosa serie de cómics de carácter humorístico-erótico que empezó Haruka Inui en 1.987 y llegó hasta mitad de los '90; considerarían en Nikkatsu una buena decisión plasmarla con personajes reales antes de que se realizase una adaptación en anime, y el hombre al que pusieron al frente era Mototsugu Watanabe, prolífico especialista de las películas "rosa" que sólo en la década había hecho ya casi treinta de ellas.

No obstante Masumi Hirayanagi debe adaptar un manga que había empezado hacía poco y aún continuaba publicándose, por lo que, tomando de referencia el escenario y los personajes protagonistas desarrolla por su cuenta una historia donde sí aparecerán ciertos detalles reconocibles de la creación de Inui. Algo que desde luego no tiene nada que ver es esa extrañísima introducción donde vemos a un anciano andando de noche por un bosque y cae del cielo una bola resplandeciente (¿homenaje a "Dragon Ball"?) que libera un muñeco con forma de niño (¿?).
Esta estúpida ocurrencia sólo sirve para marcar el tono y el estilo visual que se mantendrá en el film antes de presentarnos, escuetamente, a los encargados de la clínica sexual Ogenki, el doctor Sawaru Ogekuri y la ardiente enfermera Ruko Tatase (pero mientras el gracioso Yukijiro Hotaru da el pego como el primero no ocurre lo mismo con Mako Takigawa, "AV idol" de éxito en su momento, bastante fotogénica, morbosa y buena para la comedia, pero cuyo físico ni por asomo se aproxima al del personaje original). Hirayanagi empieza la historia con múltiples referencias a chistes recurrentes de Inui, como hilarantes metáforas sexuales.

Por su parte, haciendo gala de un humor absurdo (las bromas a veces incluso pueden recordar a las comedias americanas de la época), apoyándose en la deliberada sobreactuación de sus actores, Watanabe elabora una estética "freak" imposible muy próxima a las del manga y el anime, y que en sus coloridas y surrealistas imágenes debe mucho a cineastas como Seijun y Norifumi Suzuki, Nobuhiko Obayashi o Juzo Itami. El guión dejará pronto la trama episódica del inicio y se centrará entonces en el romance entre Ruko y un hombre que la salva de unos violadores.
Cuando entra en escena un esforzado Shiro Shimomoto como el valeroso pero sexualmente fracasado Masao, el delirio se intensifica hasta niveles inenarrables y que sirven al director para hacer una disparatada parodia de las mismas "pinku eiga" y títulos del "roman" que factura Nikkatsu, de la cual hará un impagable chiste privado con Ruko saliendo de un cine porno. El mejor ejemplo es el pasaje del "entrenamiento" de Masao (la que tiene que soportar el actor...), y ayuda a digerir todo esto el que Watanabe se decante por un erotismo más bien "soft", hoy en día casi "naif". A partir de aquí, y debido a que poco más se puede rascar, inventan para éste una subtrama sin pies ni cabeza que ocupa la última parte.

Alguien no acostumbrado a este tipo de absurdo grotesco nipón seguramente quedará catatónico ante la avalancha de situaciones surrealistas que se le echan encima, con el bueno de Shimomoto vengándose de una serie de mujeres fatales a lo largo de escenarios de configuración imposible; por desgracia el ritmo se ralentiza hasta lo insoportable y ya sólo queda tedio y aburrimiento.
Nos deja eso sí un buen colofón con Hotaru siendo perseguido por Takigawa y la guapa Hiromi Kurosawa por los pasillos de la estación de Tokyo (la secuencia es más divertida debido a que se filma desde la distancia y entre transeúntes que no tienen ni idea de lo que está pasando). Poco después Takashi Watanabe se haría cargo de una versión animada, que sigue de cerca las aventuras del manga; pero en referencia al film he aquí un aviso a los supuestamente más entendidos en cine:

Si no han visto a un tipo vestido a lo Clint Eastwood con un pene de goma gigante y disparando semen sobre una figura de Cristo...es que en realidad no lo han visto todo.
Hay que verlo para creerlo.
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