Jonathan, los vampiros nunca mueren (1970)

En una época no precisada, aunque inferible de acuerdo a los atuendos y el país de origen, algún poblado alemán del siglos XIX, existe el acecho del vampirismo (entendiendo por tal, la succión de sangre llevada a cabo por semejantes). El centro de irradiación de este comportamiento, es un castillo en la ribera del mar, donde conviven los vampiros y sus víctimas. Contra este flagelo, se concibe el plan de introducir una persona en el lugar con la misión de sublevar a los prisioneros y promover un movimiento de pinzas con el obejtivo de que, junto con los aldeanos armados de grandes crucifijos y útiles de labranza ataquen desde el exterior, empujando a los vampiros hacia el mar, lo que los aniquila. La ejecución de este proyecto que no extá exenta de riesgos y de un pronóstico dudoso, es lo que revela el film, que no ahorra detalles truculentos y dispares aspectos siniestros. En conjunto, tiene su dinamismo, agradables encuadres y una grata escenogarafía antural del castillo, además de una ágil partitura.