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Turist: Fuerza mayor (2014)

Turist: Fuerza mayor
117 min.
6,4
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Sinopsis
Una familia pasa las vacaciones de invierno en los Alpes. El sol brilla y las pistas están magníficas, pero mientras comen en un restaurante, se produce una avalancha que asusta a los clientes. La madre llama a su marido para que la ayude a salvar a sus hijos, pero él ha huido para salvar su vida. La avalancha se detiene delante del restaurante, sin ocasionar daños, pero el universo familiar ya se ha resquebrajado. Tomas buscará desesperadamente recuperar su lugar de padre de familia. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Familia Zonas frías/polares
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Suecia Suecia
Título original:
Turist (Tourist) (Force Majeure)
Duración
117 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
2015: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película en habla no inglesa
2014: Globos de Oro: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2014: Premios del Cine Europeo: 2 nominaciones, incluyendo Mejor película
2014: Premios Guldbagge: 6 premios incluyendo Mejor película y director
2014: Festival de Cannes: Premio del Jurado ("Un Certain Regard")
6
Tema del traidor y del héroe
Fuerza mayor se abre con la imagen de un lujoso urinario: emblema de un mundo en el que el lugar del excremento se ha transformado, como ya intuyó hace mucho tiempo Marcel Duchamp, en una fuente. Pero el director, Ruben Östlund, no se conforma con esa visión idealizada de la realidad, y mediante una serie de explosiones controladas sacará a la luz los trapos sucios de una adinerada familia sueca, en apariencia feliz y modélica.

La idea de partida es magnífica, y su desenlace resulta intrigante y sarcástico (en mi opinión: ver spoiler), pero el desarrollo no me convence tanto: el ritmo decae, todo resulta demasiado explicativo, y acaba dejando la sensación de cosa ya vista: la sombra de Bergman o Haneke es alargada. El rasgo distintivo que ofrece esta película frente a ese cine que trata de transmitir, antes que ninguna otra sensación, la de vergüenza ajena, es que la mala uva viene aderezada con un humor nórdico un tanto espectral.

Algunos rasgos de ingenio (las apariciones del empleado del hotel, que asume el papel del espectador, o la escena en que el protagonista y su amigo están a punto de ligar en la cafetería de la estación de esquí) no logran que el conjunto cobre vuelo por encima de su punto de partida. Así, el placer que produce ver la película es menor que el de hablar sobre ella a la salida.
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96 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La masculinidad puesta a prueba
Tradicionalmente, desde edad temprana a los hombres se les ha enseñado eso de que los chicos no lloran por ser síntoma de baja masculinidad, que lo que tienen que hacer ante los problemas es actuar y no lloriquear. Y así ha sucedido durante generaciones en la que los hombres con mayor sensibilidad debían tratar de disimularla ante el temor a ser desconsiderados por el resto de hombres y por algunas mujeres educadas en esas ideas machistas, que también pedían que actuaran como hombres. A día de hoy no resulta tan extraño como podía serlo hace años el hecho de ver a un hombre llorar, ha pasado a ser algo más aceptado socialmente y menos criticado de lo que podía serlo en la época de nuestros padres y abuelos. Sin embargo, uno ve que aparecen fenómenos como el de ’50 sombras de Grey’, con su apología conservadora del hombre que guarda sus emociones y que seduce a las mujeres actuando de forma dominante y no sabe que pensar. Y uno no sabe que pensar porque este fenómeno interesa mucho más a mujeres que hombres y varias tienen a ese señor Grey como fantasía, aunque sólo sea por su visión actualizada del Príncipe Azul que viene a salvar a la desvalida Princesa, en una nueva versión del arquetipo del macho redentor que viene a contestar a aquellos que defendemos un cambio en las sensibilidades. Y esta contradicción es la que refleja ‘Fuerza mayor’.

Cuando se ve ‘Fuerza mayor’ no pueden evitarse ciertas preguntas sobre el carácter humano y la influencia de la razón y del instinto en nuestras acciones. Somos animales, racionales pero animales y al fin y al cabo, con ciertos instintos que nos apremian desde dentro y a los que podemos hacer caso o ignorar y en función de lo que hagamos con ellos podemos ser vistos de una manera u otra a ojos de los demás. El protagonista de la película es un hombre que sabe repartirse las tareas familiares con su mujer, a la que trata como una igual y que parece actuar por las líneas de lo que la razón exige a un hombre moderno. Sin embargo, un suceso inesperado le hará quedar como un cobarde a los ojos de su mujer y sus hijos, que le reprochan que él no se quedara con ellos para brindarles apoyo y protección en vez de buscar su propia salvación. El padre no ha sido como esos padres de película, que arriesgan su vida por el bien de los suyos, sino que ha evidenciado su sentido individualista siguiendo las indicaciones del instinto que le decía que abandonara el lugar del peligro. En una visión moderna de la masculinidad esa actuación podría ser comprendida como una pequeña flaqueza entendible, sin embargo su familia y él mismo no pueden despegarse de esos valores tradicionales en los que el cabeza de familia es el que debe proteger al resto y todos sienten la culpabilidad de la huida.

A partir de ahí, lo que iban a ser unas plácidas vacaciones en la nieve se convierten en una especie de condena para esa familia que no puede olvidar esa huida momentánea del padre. El entorno privilegiado de los Alpes franceses acaba siendo un lugar hostil, donde las pequeñas explosiones para evitar la acumulación de nieve que suenan a lo lejos son el marco sonoro de una batalla sorda en la que la mujer siente que su marido le ha fallado y le hace replantearse su matrimonio, como si nada de lo vivido anteriormente tuviera sentido ante esa búsqueda de supervivencia. Por su parte, el marido sabe que ha hecho algo que no debería haber hecho como hombre, pero no por ello deja de apreciar menos a su familia y no cree que deba ser maltratado psicológicamente ni ser considerado menos hombre.

La película me ha recordado a ‘El desprecio’, la estupenda novela del italiano Alberto Moravia que inspiró la cinta homónima de Jean-Luc Godard. El libro se metía en la cabeza de un hombre que sentía que había perdido el cariño y el respeto de su mujer ante un acto de aceptación de las órdenes su jefe y que por haber sido más servicial que luchador la mujer le había dejado de querer. La historia dejaba en el aire cuestiones políticamente incorrectas sobre cómo se espera que se comporte un hombre y lo que las mujeres esperan del sector masculino, algo que también establece ‘Fuerza mayor’. Porque el filme de Östlund nos hace plantearnos que si en las relaciones modernas, hombres y mujeres comparten las responsabilidades como iguales que son, a la hora de verdad a los hombres se les exige llevar la voz cantante para no quedar como unos flojos.

‘Fuerza mayor’ nos viene a decir que seguramente, aunque no lo admitamos, quedan vestigios de esa educación tradicional que les ha dicho a ambos sexos cómo deben comportarse. Por eso la mujer del protagonista experimenta sensaciones contradictorias ante otra mujer que le confiesa que ella y su pareja mantienen relaciones extramatrimoniales con total aceptación. Y por eso el protagonista ve su masculinidad reforzada con los piropos que en un momento dado parecen lanzarle unas excursionistas y con el acto que lleva a cabo en el tramo final de le película, quién sabe si propiciado por su esposa para devolverle la confianza en sí mismo.

La película tiene la habitual pericia del cine escandinavo a la hora de hablar de cuestiones universales desde un entorno reducido en el que muchas emociones se interiorizan más de lo que se hablan. Una forma de narrar las historias que a algunos les produce gran aburrimiento y que a otros nos resulta siempre interesante y en ocasiones fascinante. Por ello, habrá quien desdeñe ‘Fuerza mayor’ por ser un filme en el que la acción es más psicológica que física, pero creo que precisamente por eso la cinta de Ruben Östlund es muy destacable, tan bien rodada como interpretada. Porque sabe hablar de esas pequeñas cosas que acaban martilleando de forma tan silenciosa como implacable las relaciones humanas.
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52 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
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