Descarrilados (2005)

Esta película se divide en cuatro partes claramente diferenciadas.

Parte 1: Un ejecutivo, Cris Owen, se echa un ligue en el tren donde va a trabajar todos los días, Jennifer Aniston. Trozo al principio interesante, pero que cuando lleva media hora no paras de bostezar ni un minuto, larguísima introducción a la trama, un peñazo.

Parte 2: La acción: te logra sacar un buen rato de la somnolencia más profunda, el malo es muy malo, y aunque te imaginas que está pasando no estás del todo seguro, por lo que te animas un buen ratillo.

Parte3: Lo rocambolesco: la acción coge cierto desenfreno absurdo, con una escena en un hotel para partirse de risa, digna de muchas películas cómicas, de hecho la escena me suena de alguna película de humor que ahora mismo no recuerdo.

Parte-4 El desenlace final en la cárcel: ¡Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja!

Tienen una idea y les es imposible desarrollarla, alucinan a tutiplé y convierten algo interesante en algo irrisorio.

Aún así entretenidilla

La película es demasiado poca cosa para una pareja de mega estrellas tan comerciales. El casting parece salido de una tómbola, pues Aniston y Owen no pueden hacer peor pareja, no pegan ni con Loctite. Apuesto a que Jennifer firmó el contrato a ciegas cuando vio que entre las doce mil comedias románticas que le habían ofrecido ese año asomaba un thriller, de bastante poca monta, todo hay que decirlo; no obstante era su oportunidad para oscurecerse el pelo, alejarse de la eterna Rachel, sacarse las bragas y así acercarse a un registro más... ¿serio? (por supuesto, no le volvieron a ofrecer otro, "chica, la Stone a sus 50 años está más potable")

Entrando en materia, de la trama poco se puede desvelar, pues el espectador es capaz de adivinar por donde van los tiros casi desde el principio, un cero por esta parte: muy previsible.
Tiene la inteligencia justita para que se vea sin esfuerzo y no nos resulte un petardazo, pues en el fondo, es palomitera y la típica que gusta, que no apasiona, a casi todo el mundo. Para tardes, noches y madrugadas. Siendo francos, nos gusta y nos la tragamos enterita sin dar un bostezo y hasta intrigados.

Lo mejor: que nos la consiguen vender.
Lo peor: es muy obvia.