- Sinopsis
- Oliver Pope regresa a casa tras un duro día de trabajo en la oficina, cuando involuntariamente atropella a un joven repartidor de periódicos. Asustado, Pope huye del lugar del accidente dejando a la víctima tendida en el asfalto. Ya en casa, inexplicablemente, el claxon, los faros y la radio del automóvil se ponen en marcha por sí solos a altas horas de la noche. A la mañana siguiente, los periódicos dan la noticia de la muerte del muchacho y es entonces cuando Pope es perseguido implacablemente por su automóvil, que parece haber cobrado vida propia. (FILMAFFINITY)
- Género
- Fantástico Thriller Intriga Thriller psicológico Coches/Automovilismo Episodio de TV
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1964 / Estados Unidos
- Título original:
- The Twilight Zone: You Drive
- Duración
- 25 min.
- Guion
- Música
134: La culpa
15 de febrero de 2019
Un hombre de negocios atropella a un niño en bicicleta y se da a la fuga. Poco después su coche comienza a comportarse de un modo extraño.
Oliver Pope no puede ocultar sus nervios a su esposa, de modo que finge tener fiebre. No sale de casa y espera que todo acabe pronto, pero su coche parece reemplazar a su conciencia: las luces delanteras se apagan y se encienden solas, el claxon suena en mitad de la noche sin que lo accione nadie, el automóvil se detiene justo en el lugar del accidente… El episodio nos invita a asomarnos a los abismos de un alma atormentada. Edward Andrews está magnífico como ese cobarde acosado por el destino. La tensión crece a cada segundo. Me recuerda un poco a “El corazón delator”, de Poe. La culpa acosa a su víctima valiéndose de un elemento inesperado. Al final el miedo siempre prevalece.
Oliver Pope no puede ocultar sus nervios a su esposa, de modo que finge tener fiebre. No sale de casa y espera que todo acabe pronto, pero su coche parece reemplazar a su conciencia: las luces delanteras se apagan y se encienden solas, el claxon suena en mitad de la noche sin que lo accione nadie, el automóvil se detiene justo en el lugar del accidente… El episodio nos invita a asomarnos a los abismos de un alma atormentada. Edward Andrews está magnífico como ese cobarde acosado por el destino. La tensión crece a cada segundo. Me recuerda un poco a “El corazón delator”, de Poe. La culpa acosa a su víctima valiéndose de un elemento inesperado. Al final el miedo siempre prevalece.
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