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La muerte de un presidente (1969)

La muerte de un presidente
108 min.
5,4
116
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Sinopsis
Tejas 1880. Cuando todavía están abiertas las heridas de la guerra civil, la defensa de la igualdad de derechos entre blancos y negros por parte del presidente James Garfield, crea un gran malestar, especialmente entre los poderosos. William Willer, un soldado que luchó a las órdenes de Garfield, impide un atentado contra el tren presidencial. Finalmente, Garfield es asesinado en Dallas y un inocente es acusado del crimen. Willer se propone investigar el caso hasta el fondo. MacDonald, brazo derecho del Garfield, colabora con él. (FILMAFFINITY)
Género
Western Spaghetti Western
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Il prezzo del potere
Duración
108 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-España;
Links
6
"Un revólver no puede matar una idea"
Irregular spaghetti western, pero con una interesante dirección de Tonino Valerii, buen juego de luces en los interiores y algunas escenas memorables, y una gran banda sonora, obra de Luis Bacalov.
Aparición casi testimonial del actor español Fernando Rey, que aporta un gran carisma en todas sus escenas.

Por lo general, puede parecer un poco tediosa y pesada, sobre todo al principio, donde hay incluso más escenas en despachos que acción en las calles.

El argumento en general creo que no aprovecha del todo el conflicto negro, se podría haber trabajado muchísimo más, y se queda demasiado en la superficie, sin dar un protagonismo excesivo a esos personajes.
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4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Magnicidios: Kennedy versus Garfield.
La idea y planteamiento de la cinta es desde luego original. Muy original. Está basada en el asesinato del 20º presidente de los EEUU James A. Garfield, que se compara con el del 35º, John Fitgerald Kennedy, ocurrido 82 años más tarde. Vamos con ambos magnicidios.
Garfield fue elegido presidente tras numerosas votaciones en el seno del partido republicano, como una suerte de compromiso final al no ponerse de acuerdo los grandes favoritos. Con sospechas de corruptelas en anteriores cargos políticos, sus escasos apoyos se redujeron cuando adoptó una línea conciliadora con sus adversarios políticos y se negó a conceder algunas prebendas a quienes lo habían apoyado. Uno de los damnificados le disparó dos tiros en la estación de ferrocarril de Washington el 2 de julio de 1881. Lo que al principio parecían heridas no demasiado graves, la búsqueda de una de las balas las transformó en un foco infeccioso que se fue agravando hasta causarle la muerte 70 días después. Fue sucedido por su vicepresidente Chester A. Arthur. A ambos los veremos en la cinta.
Con el objeto de establecer un paralelismo entre el atentado a Garfield con el de Kennedy, en la película se traslada aquél a la ciudad texana de Dallas cuando, en un coche descubierto tirado por caballos y acompañado por su esposa, recibe dos impactos de bala en la cabeza que en pocos minutos le causan la muerte.
Comienzan entonces las pesquisas para conocer los autores del atentado. El espectador sabe que se trata de dos francotiradores y que hay un tercero inocente al que se quiere culpar, "Es un negro. Primero lo ahorcarán y luego mirarán si es culpable". Conoce también el complot que se ha organizado donde nadie, ni siquiera el propio entorno presidencial, está libre de sospechas. Los mismos directores de la investigación son conscientes del riesgo que corre la nación de sufrir una nueva guerra civil como algunos sectores desean.
Del mayor interés resultan los testimonios de los médicos que atienden a Garfield tras el atentado. El Dr. Strells de la ciudad informa de dos heridas graves de bala en la garganta. El Dr. Huntter que acude urgentemente desde el Hospital y que al principio había ratificado el testimonio de su colega, más tarde oficialmente estimará que los proyectiles entraron por la base del cráneo. Dos opiniones completamente dispares, que reproducen aquí el debate balístico sobre el lugar real desde donde se hicieron los disparos que acabaron con la vida de Kennedy, que constituyen la base de las sospechas sobre los auténticos inductores del crimen.
Interesante asimismo es la figura del Dr. Strells que, entre bala y bala que saca del cuerpo de sus pacientes, proclama: "Cuando opero la mano está segura, pero luego mira como tiembla", "Me he pasado la vida extrayendo balas y curando huesos rotos, pero me he alegrado con el whisky".
Fuera de la originalidad del planteamiento, el resto de la obra es bastante vulgar. Interpretaciones que dejan mucho que desear, deficiente análisis de los personajes, ritmo con altibajos y ambientación que no pasa de discreta.
Aun con todo, la comparación entre los magnicidios nos ofrece una perspectiva interesante sobre lo que verdaderamente ocurrió en Dallas aquel 22 de noviembre de 1963.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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