- Sinopsis
- Valencia, mayo de 1959. Pilar Prades Expósito fue la última mujer ejecutada en España con garrote vil. Fue condenada a la pena capital por el asesinato de la dueña de la casa donde trabajaba como empleada doméstica. También se le imputaron dos homicidios frustrados. Los tres crímenes tenían el veneno como elemento común. Cuarto episodio de la serie "La huella del crimen", producida por Pedro Costa Musté para TVE en 1985, y compuesta por seis episodios independientes entre sí. En 1991 se amplió con cinco episodios más y una película, 'Amantes', de Vicente Aranda. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Thriller Crimen Basado en hechos reales Años 50
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1985 / España
- Título original:
- La huella del crimen: El caso de las envenenadas de Valencia
- Duración
- 60 min.
- Guion
- Música
Vil garrote.
27 de diciembre de 2013
Otro de los mejores epìsodios de la serie "La huella del crimen" con una excelente Terele Pávez que interpreta a una insegura criada que no sabe lo que quiere: si todo o nada. Si quedarse con el novio de su compañera la cocinera, o si aspira incluso a ser la señora de la casa.
El capítulo tiene algún fallo menor, de producción. Por ejemplo, es muy poco creíble que en la mesilla del dormitorio esté la foto de Franco, por muy militar que sea el señor.. En cambio, la escena al final de la ejecución en que las monjas están pidiendo a Terele Pávez que les deje el poco dinero que ella puede tener para rezar por la salvación de su alma, y la forma en la que insisten, me pareció muy impactante. Así como el militar que está dirigiendo la ejecución da la espalda en señal de protesta por la ejecución de una mujer por el garrote vil, un método mucho más cruel para aplicar la pena capital, si es que puede hablarse de escalas en la bestialidad que supone la pena capital.
En suma: muy recomendable. En España se ha hecho también televisión de mucha calidad.
El capítulo tiene algún fallo menor, de producción. Por ejemplo, es muy poco creíble que en la mesilla del dormitorio esté la foto de Franco, por muy militar que sea el señor.. En cambio, la escena al final de la ejecución en que las monjas están pidiendo a Terele Pávez que les deje el poco dinero que ella puede tener para rezar por la salvación de su alma, y la forma en la que insisten, me pareció muy impactante. Así como el militar que está dirigiendo la ejecución da la espalda en señal de protesta por la ejecución de una mujer por el garrote vil, un método mucho más cruel para aplicar la pena capital, si es que puede hablarse de escalas en la bestialidad que supone la pena capital.
En suma: muy recomendable. En España se ha hecho también televisión de mucha calidad.
[Leer más +]
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sombra de una duda
26 de agosto de 2019
Cuando Pedro Olea dirigió este episodio de la serie de TVE "La huella del crimen", parecía tener varios objetivos: reconstruir una época, reconstruir unos supuestos hechos delictivos, reconstruir la personalidad de Pilar Prades, la supuesta asesina, y hacer un vigoroso alegato contra la pena de muerte.
Digo "supuesta asesina" porque, aunque según los datos expuestos en el episodio, quedaba claro que Pilar Prades sí había asesinado con arsénico a la mujer del carnicero, y también había intentado asesinar a dos mujeres más, al mismo tiempo, como en un alarde de imparcialidad y objetividad, se deslizan dudas sobre la culpabilidad de la susodicha, la cual se declaró siempre inocente. Esas dudas se centran sobre todo en torno a la declaración de culpabilidad que le arrancó la Policía mediante coacción y tortura, según cuenta el episodio.
Lo cierto es que el caso de esta criada valenciana entró de lleno en la crónica de sucesos y en la cultura popular de la España del siglo XX, y no sólo por ser la última mujer ajusticiada con el garrote vil. Lo digo porque, ya antes de la producción de este episodio, su verdugo, Antonio López (que ajustició también a José María Jarabo) era entrevistado en el impresionante documental "Queridísimos verdugos" (1977), dirigido por Basilio Martín Patino, y mucho antes aún, el dramático ajusticiamiento de Pilar Prades a manos de Antonio López, en 1959, inspiró el desenlace final de "El verdugo" (1963), la obra maestra de Luis García Berlanga.
Porque, en efecto, el verdugo Antonio López se negó a agarrotar a Pilar Prades, y tuvieron que emborracharle y llevarle a rastras al lugar de la ejecución para que hiciera su trabajo, según la Wikipedia en español. Con lo cual los hechos reales difieren de lo que cuenta Pedro Olea: en este episodio, al verdugo no le emborrachan, le drogan.
La música de Lluís Llach es realmente mala, y ni la dirección de Olea, ni la interpretación de Terele Pávez, ni la labor de cuantos profesionales trabajaron en este episodio, se la merecían.
Digo "supuesta asesina" porque, aunque según los datos expuestos en el episodio, quedaba claro que Pilar Prades sí había asesinado con arsénico a la mujer del carnicero, y también había intentado asesinar a dos mujeres más, al mismo tiempo, como en un alarde de imparcialidad y objetividad, se deslizan dudas sobre la culpabilidad de la susodicha, la cual se declaró siempre inocente. Esas dudas se centran sobre todo en torno a la declaración de culpabilidad que le arrancó la Policía mediante coacción y tortura, según cuenta el episodio.
Lo cierto es que el caso de esta criada valenciana entró de lleno en la crónica de sucesos y en la cultura popular de la España del siglo XX, y no sólo por ser la última mujer ajusticiada con el garrote vil. Lo digo porque, ya antes de la producción de este episodio, su verdugo, Antonio López (que ajustició también a José María Jarabo) era entrevistado en el impresionante documental "Queridísimos verdugos" (1977), dirigido por Basilio Martín Patino, y mucho antes aún, el dramático ajusticiamiento de Pilar Prades a manos de Antonio López, en 1959, inspiró el desenlace final de "El verdugo" (1963), la obra maestra de Luis García Berlanga.
Porque, en efecto, el verdugo Antonio López se negó a agarrotar a Pilar Prades, y tuvieron que emborracharle y llevarle a rastras al lugar de la ejecución para que hiciera su trabajo, según la Wikipedia en español. Con lo cual los hechos reales difieren de lo que cuenta Pedro Olea: en este episodio, al verdugo no le emborrachan, le drogan.
La música de Lluís Llach es realmente mala, y ni la dirección de Olea, ni la interpretación de Terele Pávez, ni la labor de cuantos profesionales trabajaron en este episodio, se la merecían.
[Leer más +]
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relaciones 1
Más información sobre La huella del crimen: El caso de las envenenadas de Valencia (TV)
Fichas más visitadas