Hardball (2001)

No es una gran película y sin embargo mantiene un tono constante que la hace disfrutable, de una manera relajada.

La primera escena me hizo reír y después me sorprendió su ritmo que me mantuvo atento pese a saciarse de tópicos de buenos y malos.

A los americanos les encanta el Béisbol. A los americanos les encanta creer que el Sueno Americano (valga la redundancia) existe. Por eso hay cientos de películas como esta, aunque no se si alguna memorable. Sinceramente creo que no, pues no recuerdo ni una sola.

Hardball es un producto prototípico de televisión sin ningún gancho visual o argumental. Por ahí andan un par de caras conocidas, y únicamente por eso se estrena en salas comerciales, evaluando así el tirón comercial de las estrellas. En este caso un Keanu Reeves poniendo cara de malo con su cara de palo trata de hacernos creer que es un bala perdida de la ciudad de Chicago por asuntos de drogas y ostias. Pero con fruncir el ceño no basta. El caso es que por unas razones de las que ya no me acuerdo debe entrenar a un equipo de niños negros, lo que, lógicamente, le cambiará la vida. Ah! Y por ahí anda Diane Lane (Siempre es un placer), con el personaje menos desarrollado de la década (exagero claro, pero es que la amo tanto que es insultante).

Pero tampoco hay que ofenderse con películas como esta, pues da exactamente lo que propone. Unas lagrimillas culpables, y al menos, hora y pico de entretenimiento.