Sévigné (2004)

Tercer largo de Marta Balletbò-Coll ("Costa Brava" 1995, "¡He enviado los hombres a la luna!" 1998). Escrito y dirigido por la autora, se rodó en Barcelona con un presupuesto modesto. Se presentó en la sección oficial de Sitges y en el Festival de Mar del Plata. Obtuvo el premio al mejor film del Festival de Filadelfia.

La acción tiene lugar en Barcelona en 2004. Narra la historia de Júlia Bercowitz (Anna Azcona), joven, inteligente, decidida y muy atractiva. Años atrás fue una actriz teatral de éxito, pero dejó la interpretación a raíz de la muerte de su hija Tanit en accidente de circulación. Es directora principal del Teatro Público y tiene completa y cerrada la programación del nuevo curso. Ante la insistencia del marido y del amante, accede a recibir en una visita breve a Marina Ferrer-Amat (Marta Balletbò-Coll), autora de una obra teatral sobre Mme. Sévigné. La entrevista provoca el interés de Júlia.

La película explica que la obra teatral de Marina aborda el tema de las relaciones entre madre e hija, cuando existe una dependencia compulsiva entre una de ellas y la otra. El argumento suscita en Júlia un interés creciente, que la lleva a implicarse en la revisión del guión. Júlia mantiene estancados, ahogados y sofocados, deseos y sentimientos desde antes de la muerte de la hija, que pugnan por emerger y manifestarse libremente. Se resiste a aceptarlo, porque no desea cambios en la vida, que le resulta cómoda y gratificante. Pero la naturaleza es más fuerte que la voluntad y juega siempre a favor del deseo, que al imponerse refuerza los equilibrios personales y genera salud espiritual y satisfacción. Son escenas destacadas la inicial de presentación, el taller de teatro para estudiantes, el fin de semana de trabajo en el Montseny y el regalo de rosas en el restaurante.

La música aporta una partitura original, moderna, pausada y rítmica. Se añaden los compases iniciales de la Salve, al órgano, que se oyen brevemente desde lejos. La fotografía, luminosa, se sirve de contraluces vibrantes, una suave paleta de colores cálidos y un movimiento de cámara muy funcional. El guión se sitúa entre la sencillez del guión de Marina con sólo 2 personajes y el de consenso en la ficción que incorpora hasta 19 intérpretes en escena. Narra, con sutileza, una historia profundamente humana y conmovedora. El metraje está punteado de un humor directo y jovial. La interpretación es adecuada y convincente. Sobresale Anna Azcona en un papel protragonista complejo y difícil. El montaje abrevia las secuencias con cortes sucesivos, que incrementan con acierto el ritmo visual de la accción. La dirección ofrece una obra profunda, narrada de modo sorprendente y jovial.

La película pone de manifiesto la madurez, la valentía y la habilidad de la autora. No es indicada para cinéfilos afectados de pruritos románticos.

Sévigné constituye un ejemplo palmario e ilustrativo de que una buena película, sin una correcta distribución y una adecuada promoción, puede caer -como así ha sido- en saco roto, cosa harto incomprensible si tenemos en cuenta la desastrosa situación en la que el panorama cinematográfico de nuestro solar patrio se halla sumido últimamente. La película es un drama fresco y minimalista que aborda temas muy humanos con una delicadeza y una naturalidad poco habituales en el cine español. Asuntos como las relaciones de pareja, la indefinición sexual en forma de lesbianismo incipiente o el incesto materno-filial son tratados, además de con el debido respeto, con mesura, gracia y sensibilidad, sin caer en la truculencia, en la frivolidad o el melodrama sensacionalista. Un verdadero logro realizado con pocos recursos que logra mantener, auque sea maltrechamente, nuestra limitada esperanza en el Cine nacional.