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El acto en cuestión (1993)

El acto en cuestión
114 min.
7,4
251
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Sinopsis
Historia del mago Miguel Quiroga que roba un libro de un desconocido y se hace muy famoso. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Fantástico Magia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Argentina Argentina
Título original:
El acto en cuestión
Duración
114 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Argentina-Países Bajos (Holanda);
Links
Premios
1993: Festival de Sitges: Sección oficial largometrajes a concurso
8
El manipulador de Ilusiones
Esta película de Agresti, tanto por su contenido como por los avatares que precedieron a su postergado estreno, cabe perfectamente en el siempre cuestionable grupo etiquetado como obra maestra. También le cabe lo de película de culto y cine maldito, denominaciones que generalmente van de la mano con el desentendimiento del público que suele dar la espalda a las historias no convencionales. “E acto en cuestión”,que se estrena 22 años después de haber sido filmada, con actores argentinos pero con sello holandés, suma a sus contrariedades legales y de todo tipo, el hecho de que su protagonista principal, el actor Carlos Roffé, falleció hace ya una década. Exhibida en ocasiones especiales en su país y en los prestigiosos festivales de Sitges y Cannes, finalmente después de tantos años acaba de llegar a nuestra ciudad, creando desconcierto, rechazo o admiración por partes iguales.
Rodado en blanco y negro, el opus 7 del director es un cóctel que en primer lugar homenajea a la historia del cine y a su personaje, al que trata con cariño y nostalgia, aunque no se lo merezca. Combina la magia del circo con la literatura y la inconfudible picardía criolla. Es para tomarla con admiración y un humor pesimista, como espejo del que también destila el film, a medida que despliega un truco tras otro.

"El acto en cuestión" es la biografia imaginaria de un lumpen porteño que, como el protagonista de la novela de Arlt, “El Juguete rabioso”, roba libros y los disfruta, a medio camino entre la delincuencia y la megalomanía. Así conocemos a Miguel Quiroga, desocupado ingenioso que vive, mantenido por su mujer, en una pensión laberíntica. Su afición es hurtar un libro por día, en librerías de viejo y leerlos en una sola noche. Hasta que cae entre sus manos un manual de magia donde encuentra un truco para hacer desaparecer y aparecer. Ese es el pasaporte a la fama. El flamante mago autodicacta busca la ayuda del dueño de un circo que, en rol de interesado manager le propondrá atravesar el océano para difundir la maravillosa experiencia, que llegará a despertar el interés del mismísimo Hitler.
Pero la magia no siempre funciona: hay un niño bulgaro al que le lleva dos años su reaparición y algo similar pasa con la torre emblemática de París, que todos sienten desaparecer, menos la francesita, una mujer de la que el mago se enamora y a la cual, en consecuencia, encadena en un amor asfixiante y posesivo. La película no deja de aludir a otras formas de desaparición, pero esa lectura política no es el centro de la fábula narrada sino que lo es la interpelación del mito tan argentino del don nadie que apelando a algunas mentirillas llega a tener fama pero vendiendo en el camino su alma al diablo. La parábola que describe “El acto en cuestión” se parece a tantas letras del tango malevo que narran el devenir de ida y vuelta del chanta argentino: el vende-humo. Aunque también, y a la par, funciona la irónica identificación entre la figura del mago y el rol de un director de cine.

Durante buena parte del metraje, el film describe un recorrido ascendente del protagonista, hasta que -luego de la mitad- el periplo se torna cada vez más oscuro. Se profundiza la ambición de que nada se le resista, a pesar de que él mismo proviene de un truco robado. La película da varios giros -incluso del punto de vista-. Uno es pasar del libro ensalzado (la teoría) , al libro superado por la praxis. El manipulador de ilusiones comprende hasta qué punto estamos confundidos con la realidad, cuando regresa con más locura que gloria a su lugar de origen y busca el reencuentro de su amigo (Lorenzo Quinteros, que tiene una clínica de muñecas (oficio desaparecido pero que en la época reconstruida era habitual). Allí, entre maquetas, juguetes y marionetas se permite desplegar la parte más irónicamente filosófica de la película, donde resuenan las reflexiones sobre creadores y creaturas. Se evidencia libertad genuina en esta obra sincrética de lo universal y lo local que duda hasta de sí misma. Literalmente, muchas escenas se filman entre humo, con esa atmósfera nubosa que le da la irrealidad de un sueño, que aparece y desaparece imprevistamente, incluso como la magia del cine (la gran protagonista) que concluye cuando se desvanece la oscuridad de la sala.
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22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
El Acto en Cuestión es Aburrirme!!!
73/12(16/03/24) Pesaroso film argentino-holandés (co-producción extraña), visto por que hace poco cumplió el 30 aniversario del estreno (Mayo de 1993 en el festival de Cine de Cannes), y en mi afán de ‘arqueólogo cinéfilo’ encontré esta cinta con muy buenas críticas y poco conocida, lo que se llama una obra de culto, y esto me atrajo. Pero me ha sido una película densa, cansina, que me ha costado conectar en su pretenciosidad a empellones, con una estética atractiva, pero que no va acompañada con una narrativa que me enganche. Dirigida por Alejandro Agresti sobre su propio guion y según su novela homónima escrita cuando tenía 19 años, protagonizada por Carlos Roffe, Lorenzo Quinteros, Sergio Poves Campos, Mirta Busnelli y Natalia Alonso Casale. Me ha resultado imposible tener empatía con el protagonista, me ha generado entre el zero y la nada el interés si le pasa algo bueno, malo o medio pensionista, un tipo acartonado.

Miguel Quiroga (Carlos Roffé) vive en un apartamento junto a su novia Azucena (Mirta busnelli) y tiene el hábito de robar cada día un libro usado de los más diversos temas. Hasta que en una oportunidad aprende en uno de ellos un truco de magia con el que hace desaparecer primero objetos y luego personas. Quiroga consigue entonces un representante en un circo e inicia un viaje por Europa, donde el truco tiene mucho éxito.

Un desarrollo tallado a hachazos de elipsis bruscas que me hace torcer el ceño. Comportamiento estrambótico d ellos personajes. Entiendo es un homenaje al cien, al circo, a la ilusión de entretener con trampantojos, pero esto me llega de modo denso y poco estimulante. Entiendo es una especie de revisión del Mito de Fausto en que una persona vende su alma al Diablo por el Éxito, pero esto me llega de modo nada emocional. Es la sempiterna historia sobre un don nadie que por x motivos asciende en algo para luego sufrir una lección catárquica, queriendo ahondar en la avaricia, la ambición, la codicia. Pero todo esto me ha sido farragoso, y hasta tedioso. Sin actuaciones que me hagan sobreponerme al aburrimiento, sin relación dramática alguna que me cautive mínimamente Ello en una evolución sin meta aparente.

Lo único llamativo es su preciosista puesta en escena, ya reseñable desde la fotografía en glorioso b/n de Néstor Sanz, acoplando a escenas envueltas en poética neblina. Como destacable el manejo de casa de muñecas para algunas escenas teatrales en el apartamento del principio del protagonista. Pero este ‘continente’ no puede opacar el ‘contenido’ sin chispa alguna al que me he sometido, donde 110 minutos de duración se me han hecho lánguidos. Gloria Ucrania!!!

Alejandro Lingenti del Diario La Nación dijo de la cinta: "Una película avasallante, inolvidable". Pues que le aproveche, como gustos colores.

Se filmó en Múnich (Alemania), Karlovy Vary y Praga (República Checa), Budapest (Hungría), Sofía (Bulgaria), Bolonia (Italia, París (Francia), Róterdam (Países Bajos), Ghent (Bélgica) y Rumania.

Entre las piezas musicales incluidas se encuentra el vals La pulpera de Santa Lucía.
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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