Agency (1980)

Casi seguro que Agency pase desapercibida porque, entre otras cosas, ese es su objetivo. Puedes subir a pisos más altos pero en el piso 28 el ascensor no para. Lee Majors, el hombre de los seis millones de dólares, el que se casó con Farrah Fawcett, por entonces un sex simbol de la tele y ángel de Charlie, nos mete de lleno en una conspiración llena de intriga. Es una intriga con ese tono frenético de los 70 porque podría recordarnos a otras estupendas películas de corte similar como Los tres días del cóndor (1975), o El último testigo (1974), y cuyas tramas se basaban en una conspiración de lo más secreta, en este caso la utilización de una técnica muy de moda por entonces que pareció creerse a pies juntillas por la población que gusta estar enterada de los manejos de los que rigen el destino de los demás, de esa gente curiosa que se adentra, aunque sea someramente, en los oscuros laberintos del poder de los que nunca más se supo. Estas películas, de corte novelesco, presentan a un solitario hombre sobre la pista confabuladora que no sólo le llevará a enfrentarse con esos poderosos grupos o sociedades en la sombra, si no a su propia estima ante los suyos.

El color ya pasado de moda, el vestuario igual, los actores, las rápidas secuencias y una música de fondo estridente que incide más aún en los nervios del espectador, atesoran una gracia especial; es una película para los muy conocedores de ese estilo. Desde el inicio la acción está en marcha y te metes de lleno en ella de golpe, siguiendo con el ritmo vigoroso en la que vas oliéndote el percal al mismo tiempo que el protagonista. Lee Majors, está furioso, no se le valora en el trabajo y es que su jefe es Robert Mitchum, un cínico, un jefe de esos que puedes llegar a admirar pero nunca le darías la espalda.

El final, consecuente con lo ofrecido, puede parecer muy abrupto pero no por ello significa que sea malo, es una conclusión que no quiere extenderse; el objetivo, que ha sido mantener la intriga, ha llegado a su fin, por lo que la película prefiere cerrar dando un frenazo en seco, sin tener que desacelerar. No es un cine perfecto pero tiene sus virtudes, la mejor: que es un cine secreto.