Cierto que descubrir al asesino es tan fácil como montarse en el bus sin pagar un lunes por la mañana (lo he comprobado), que los personajes no evolucionan y son tan previsibles como las disculpas de un funcionario incompetente (acertada semejanza, no me dirán que no), que los secundarios apenas aportan cosas interesantes, y que la capacidad de sorpresa es, por decirlo finamente, nula.
Pero oye, tiene su encanto.
Aunque lejos del carisma del teniente Colombo (aquel sí que era un gran hombre, un tipo con clase), las aventuras del ingenioso escritor de novelas policiacas y de la eficiente policía atormentada por el asesinato de sus padres entretienen y mucho; amenas y simplonas, para pasar la tarde del domingo.
Además en algunos capítulos citan a Edgar Allan Poe, también. Y a Patricia Highsmith.
Recuerdo que a mitad de un episodio me entró una risa incontrolada y frenética, que no paró hasta pasadas dos horas, cuando por fin conseguí calmarme. Y es que, de repente, las bromas de Nathan Fillion me parecían graciosas, y Stana Katic atractiva... ¿derrame cerebral, locura transitoria, ataque de pánico...?
...Probablemente. Una droga resultona, este "Castle".
Spoiler:
El asesino es siempre el que menos lo parece. Partiendo de esta sencilla premisa, los guionistas elaboran todos los capítulos. ¡Bravo!