Average rating
7.0
Ratings
2,208
Reviews
1,745
Lists
37
Movie recommendations
- Ratings by category
- Contact
-
Share his/her profile
Vivoleyendo rating:
7
7.3
35,308
Sci-Fi. Drama. Comedy
The film centers on Sam Lowry, a young man trying to find a woman who appears in his dreams while he is working in a mind-numbing job and living a life in a small apartment, set in a dystopian world in which there is an over-reliance on poorly maintained (and rather whimsical) machines.
Language of the review:
- es
July 7, 2008
25 of 30 users found this review helpful
Está claro que Terry Gilliam, uno de los integrantes de los Monty Python, no se deja clasificar. Irritante, sorprendente, imaginativo, ácido, irónico, surrealista, onírico, inquieto... Es un director propenso a la polémica porque su cine no suele ser fácil de digerir.
Pero por ello mismo me resulta bastante interesante, aunque esté de acuerdo en que seguramente se le va la olla bastante. Pero qué aburrido sería el cine a la larga si todos los directores fuesen coherentes y centrados...
Para mí de vez en cuando no está de más sentarme a ver una rayada del tipo de "Brazil", que si bien creo que podría haber sido algo grande en esto del cine de ciencia-ficción, también creo que Terry Gilliam no pretendía más que lo que hizo: dar lugar a una fantasía futurista-apocalíptica que critica y satiriza ácidamente, con un estilo humorístico de comedia negra, la sociedad burocrática de hoy.
Cuántas veces tenemos que rellenar papeles, impresos, solicitudes y formularios incomprensibles y situarnos a la cola de pardillos que esperan frente a una ventanilla cuyos empleados parecen autómatas entrenados para darte largas y pasarle la pelota a otras ventanillas, mientras te hacen dar vueltas con el probable propósito de marearte y conseguir que no les hagas trabajar más de la cuenta, ya que ellos, por supuesto, tampoco suelen tener puñetera idea de qué son esos papelotes y sólo piensan en meterse en las páginas guarras de Internet, en fumarse su cigarro, en tomarse un café interminable y ponerse a cotillear con los compañeros de oficina. Y, por supuesto, tras haber recibido la más que segura orden de los jefazos, quienes les inculcarán que el único propósito de la burocracia es convertir en borregos a un montón de pringadillos que tal vez sepan más de rellenar papeles que los peces gordos que se los inventan.
Gilliam consigue una ambientación delirante, recargada, exageradamente tecnológica, y al mismo tiempo intencionadamente destartalada, con esos antiestéticos tubos cruzando las habitaciones, esos ordenadores con aspecto de máquinas desvencijadas, esos aparatos con miles de cables, botones y mecanismos... Todo está tan cuadriculadamente regulado y sometido a leyes que controlan hasta lo que uno gasta en papel higiénico, todo sometido a códigos y números, todo informatizado y automatizado... Casi nada se puede hacer sin el consentimiento por escrito ni con el reglamentario recibo.
Sam Lowry, un empleado como tantos del complejo Ministerio de Información, sueña con la libertad, con poder volar hacia una plenitud que no es posible en una rutina vacía y milimetrada, en un trabajo monótono en el que los oficinistas aprovechan los descuidos del jefe para ver películas clásicas en sus ordenadores.
Pero por ello mismo me resulta bastante interesante, aunque esté de acuerdo en que seguramente se le va la olla bastante. Pero qué aburrido sería el cine a la larga si todos los directores fuesen coherentes y centrados...
Para mí de vez en cuando no está de más sentarme a ver una rayada del tipo de "Brazil", que si bien creo que podría haber sido algo grande en esto del cine de ciencia-ficción, también creo que Terry Gilliam no pretendía más que lo que hizo: dar lugar a una fantasía futurista-apocalíptica que critica y satiriza ácidamente, con un estilo humorístico de comedia negra, la sociedad burocrática de hoy.
Cuántas veces tenemos que rellenar papeles, impresos, solicitudes y formularios incomprensibles y situarnos a la cola de pardillos que esperan frente a una ventanilla cuyos empleados parecen autómatas entrenados para darte largas y pasarle la pelota a otras ventanillas, mientras te hacen dar vueltas con el probable propósito de marearte y conseguir que no les hagas trabajar más de la cuenta, ya que ellos, por supuesto, tampoco suelen tener puñetera idea de qué son esos papelotes y sólo piensan en meterse en las páginas guarras de Internet, en fumarse su cigarro, en tomarse un café interminable y ponerse a cotillear con los compañeros de oficina. Y, por supuesto, tras haber recibido la más que segura orden de los jefazos, quienes les inculcarán que el único propósito de la burocracia es convertir en borregos a un montón de pringadillos que tal vez sepan más de rellenar papeles que los peces gordos que se los inventan.
Gilliam consigue una ambientación delirante, recargada, exageradamente tecnológica, y al mismo tiempo intencionadamente destartalada, con esos antiestéticos tubos cruzando las habitaciones, esos ordenadores con aspecto de máquinas desvencijadas, esos aparatos con miles de cables, botones y mecanismos... Todo está tan cuadriculadamente regulado y sometido a leyes que controlan hasta lo que uno gasta en papel higiénico, todo sometido a códigos y números, todo informatizado y automatizado... Casi nada se puede hacer sin el consentimiento por escrito ni con el reglamentario recibo.
Sam Lowry, un empleado como tantos del complejo Ministerio de Información, sueña con la libertad, con poder volar hacia una plenitud que no es posible en una rutina vacía y milimetrada, en un trabajo monótono en el que los oficinistas aprovechan los descuidos del jefe para ver películas clásicas en sus ordenadores.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
View all
Spoiler:
Está claro que la maquinaria burocrática puede cometer errores, puesto que ha sido creada por mentes humanas y falibles... Aunque los burócratas fanáticos no lo admitan. Pero lo cierto es que suceden imprevistos que escapan a su control: atentados terroristas por un lado, y por otro un terrible error: un hombre inocente es asesinado por el sistema, tan sólo por un fallo en una letra de su apellido. No queriendo reconocer su equivocación, los departamentos se pasan el marrón unos a otros...
Y Lowry, lúcido y compasivo, decide tomar la iniciativa de dirigirse a la familia del fallecido.
Y allí verá fugazmente a la mujer de sus sueños, una esquiva y enigmática vecina que lucha clandestinamente contra la esclavizante burocracia, y que se convierte en la obsesión de Lowry.
Mientras tanto, también aparecerá en escena una especie de técnico mercenario que trabaja por cuenta propia (Robert de Niro), al margen del sistema, con lo cual es perseguido y cuyo apellido es el que causó la confusión que llevó a la muerte al pobre inocente al que arrestaron en su lugar.
Lowry se mueve entre una realidad frustrante y chocante y una fantasía surrealista, en un desarrollo narrativo con tintes de comedia, drama, acción, suspense, romance y, sobre todo, una sátira burlesca que llega hasta el esperpento.
Es, en suma, una película difícil de catalogar y de analizar, por la profusión de matices y revueltas que despliega.
Y que deja un sabor amargo, pesimista, agridulce...
Por cierto, el título de la película se debe al conocido tema principal de la banda sonora, "Brazil", que el compositor desarrolló en multitud de variantes que van sonando a lo largo de todo el metraje. Un canto a esa libertad soñada por el protagonista...
Aunque se quede en un insuficiente homenaje al estremecedor "1984" orwelliano, sin embargo tiene su mérito por la mucha inventiva y por los certeros apuntes a la deshumanización.
Y Lowry, lúcido y compasivo, decide tomar la iniciativa de dirigirse a la familia del fallecido.
Y allí verá fugazmente a la mujer de sus sueños, una esquiva y enigmática vecina que lucha clandestinamente contra la esclavizante burocracia, y que se convierte en la obsesión de Lowry.
Mientras tanto, también aparecerá en escena una especie de técnico mercenario que trabaja por cuenta propia (Robert de Niro), al margen del sistema, con lo cual es perseguido y cuyo apellido es el que causó la confusión que llevó a la muerte al pobre inocente al que arrestaron en su lugar.
Lowry se mueve entre una realidad frustrante y chocante y una fantasía surrealista, en un desarrollo narrativo con tintes de comedia, drama, acción, suspense, romance y, sobre todo, una sátira burlesca que llega hasta el esperpento.
Es, en suma, una película difícil de catalogar y de analizar, por la profusión de matices y revueltas que despliega.
Y que deja un sabor amargo, pesimista, agridulce...
Por cierto, el título de la película se debe al conocido tema principal de la banda sonora, "Brazil", que el compositor desarrolló en multitud de variantes que van sonando a lo largo de todo el metraje. Un canto a esa libertad soñada por el protagonista...
Aunque se quede en un insuficiente homenaje al estremecedor "1984" orwelliano, sin embargo tiene su mérito por la mucha inventiva y por los certeros apuntes a la deshumanización.