En una tarde oscura, en la habitación de un infante se encuentra Colombo relatando las desventuras de un grupo de muy buenos (obligados a actos indignos a causa de la "ley") contra un grupo de muy malos (cuyas deficientes educaciones les llevaron a su situación). Como ambos grupos resultan de lo más insípidos, el muy señor mio opta por aderezarlos con dos mitológicos secundarios: un gigante francés y un espadachín español.

Con esto y unos escenarios sencillitos y/o reutilizados se consigue la que, a la postre, ha sido una obra cumbre para muchas infancias que rondan ahora la treintena.
Muy divertida, tremendamente absurda y de lo más jovial. Su planteamiento asusta por su carácter naïf, pero permite desarrollar una ideología plural.

Un clásico.