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Johan Liebhart rating:
7
6.5
1,040
Comedy
An idle part-time college lecturer is annoyed by the yapping sound of a nearby dog. He decides to take drastic action.
Language of the review:
- es
March 6, 2020
5 of 5 users found this review helpful
Unos ladridos perturban a un hombre y este decide poner remedio acabando con aquello que los emite. Con tan simple premisa arranca la carrera autoral de Bong Joon-Ho, el director coreano más celebrado de la actualidad. Su ópera prima puso los cimientos que edificarían más tarde la aclamadísima Parásitos. Partiendo igualmente de la comedia negra, derivamos al suspense y al thriller (con persecución Memories of Murder incluida) pasando por trazos de dramatismo, terror y crítica social. Una mezcolanza de géneros bastante orgánica que le da un ritmo muy dinámico al film. La inteligencia visual de Bong se vislumbra en la agilidad de la cámara y la brillantez de las transiciones, pero sobre todo en la disposición del espacio y la puesta en escena. Pues, ya encontramos aquí el elemento espacial que más destaca en Parásitos y que más trabaja en sus obras, el sótano. Un lugar tenebroso donde acontecen los actos más miserables de sus películas, un subnivel cuyo descenso físico y simbólico denota la corrupción moral. Es allí donde acude el protagonista a realizar el primer acto mezquino que catapulta la trama. Es allí donde se cuenta la historia de terror para esconder un hecho aún más terrorífico. Es allí donde el personaje del vagabundo se convierte en víctima y verdugo.
Espacios visuales, definitivamente, que se aprovechan al máximo contrastando con la altura de la azotea y los apartamentos aunque ambos se conectan desde el voyeurismo (del armario a los prismáticos) y definen claramente los contextos sociales de los personajes. El acumulamiento caótico y malsano de la mujer de la tienda expresa su descontento y obstrucción social tanto como la frugalidad del apartamento del protagonista y su mujer. Todos ellos en su voluntad de ascender socialmente (como la familia de Parásitos) se dan de bruces con realidades inmisericordes: trabajos abusivos, despidos por embarazo, contrataciones por enchufe o soborno, miseria económica y pobreza en general. Un retrato social y generacional como vemos en el personaje de Doona Bae, una joven bondadosa y comprometida, pero ahogada por su entorno y sin aspiraciones vitales.
El guion, del propio Bong Joon-Ho, conjuga y equilibra muy bien los personajes y los motivos que muestra en pantalla desde los rábanos al Sol del inicio hasta la mujer que pide limosna en el metro. Todos los elementos sirven a la trama y la enriquecen sin desviarse demasiado (elementos como el papel higiénico o las nueces definen los caracteres y aportan un toque singular a sus respectivas acciones) con elipsis sutiles y bien medidas.
Gracias a una excelente fotografía estos aspectos se realzan adecuadamente aprovechando la profundidad de campo con los pasillos y las escaleras. Angulando cuando es necesario y encuadrando de forma expresiva en los cambios de ritmo y en los diálogos entre personajes. La paleta de colores sobrios en interiores y más vivos en exteriores refleja bastante bien la vitalidad del personaje de Doona Bae. Destaca especialmente, el motivo del amarillo en los chubasqueros identificativo desde el cartel de la película.
Mención especial para la banda sonora de Jo Seong-woo que se mueve entre el blues y el jazz rítmico acentuando y elevando las emociones en las escenas clímax de la película.
Todo ello construye una ópera prima muy sólida, no exenta de las asperezas de un primerizo, pero desde luego a un nivel que pocos directores de su generación han conseguido. Absolutamente recomendable.
Espacios visuales, definitivamente, que se aprovechan al máximo contrastando con la altura de la azotea y los apartamentos aunque ambos se conectan desde el voyeurismo (del armario a los prismáticos) y definen claramente los contextos sociales de los personajes. El acumulamiento caótico y malsano de la mujer de la tienda expresa su descontento y obstrucción social tanto como la frugalidad del apartamento del protagonista y su mujer. Todos ellos en su voluntad de ascender socialmente (como la familia de Parásitos) se dan de bruces con realidades inmisericordes: trabajos abusivos, despidos por embarazo, contrataciones por enchufe o soborno, miseria económica y pobreza en general. Un retrato social y generacional como vemos en el personaje de Doona Bae, una joven bondadosa y comprometida, pero ahogada por su entorno y sin aspiraciones vitales.
El guion, del propio Bong Joon-Ho, conjuga y equilibra muy bien los personajes y los motivos que muestra en pantalla desde los rábanos al Sol del inicio hasta la mujer que pide limosna en el metro. Todos los elementos sirven a la trama y la enriquecen sin desviarse demasiado (elementos como el papel higiénico o las nueces definen los caracteres y aportan un toque singular a sus respectivas acciones) con elipsis sutiles y bien medidas.
Gracias a una excelente fotografía estos aspectos se realzan adecuadamente aprovechando la profundidad de campo con los pasillos y las escaleras. Angulando cuando es necesario y encuadrando de forma expresiva en los cambios de ritmo y en los diálogos entre personajes. La paleta de colores sobrios en interiores y más vivos en exteriores refleja bastante bien la vitalidad del personaje de Doona Bae. Destaca especialmente, el motivo del amarillo en los chubasqueros identificativo desde el cartel de la película.
Mención especial para la banda sonora de Jo Seong-woo que se mueve entre el blues y el jazz rítmico acentuando y elevando las emociones en las escenas clímax de la película.
Todo ello construye una ópera prima muy sólida, no exenta de las asperezas de un primerizo, pero desde luego a un nivel que pocos directores de su generación han conseguido. Absolutamente recomendable.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Hay quien dice que el final es demasiado indulgente con el protagonista. Si bien es cierto que consigue su propósito, somos testigos de cómo su conciencia lo carcome por dentro. Se nos muestra como le da una limosna a la mujer en una señal de redención, pero aun así entrega el soborno para sumirse literalmente en la oscuridad durante las clases. Su petición de que corran todas las cortinas, impidiendo el paso de la luz, explicita sus remordimientos. Con todo, no se juzga ni se condena al protagonista porque por desgracia no es algo que ocurra normalmente en nuestra sociedad. Los corruptos salen indemnes en su mayoría y ni siquiera tienen mala conciencia porque vuelven a reincidir tras la condena. Solo nos queda el alivio de la última escena donde las chicas tras asumir sus miserias con honradez perseveran y caminan aliviadas y libres por el bosque. En contraste a ese rostro de tinieblas, a ese entorno que el protagonista deseaba y que ha convertido inevitablemente en un tenebroso y opresivo sótano moral...