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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
8
Documental Siya, Dumaha, Mata o Aziz, son algunos refugiados saharauis de los campamentos de Tindouf (Argelia) que nos muestran, con su día a día, la dureza extrema de un exilio que se prolonga ya durante 40 años. Con ellos, descubrimos la realidad desconocida de las torturas, las minas y los mutilados por su causa, la desnutrición infantil o las enfermedades mentales que acosan al Pueblo Saharaui; un pueblo condenado a vivir lejos de su tierra. ... [+]
28 de mayo de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y me parece a mi que el empeño de algunos por mostrar hasta qué niveles llegan la injusticia, el incumplimiento de los derechos humanos más fundamentales y la hipocresía política de los llamados países democráticos (como España), tiene un mérito difícilmente cuantificable; máxime cuando lo que está de moda es la "hipersensibilidad" que padecemos, más bien parece un proceso alérgico, que nos aconseja mirar para otro lado, huir de las realidades de los demás (como si no estuvieran en la puerta de nuestra casa) y hacer votos para que nosotros nunca nos veamos en situaciones tan extremas. A ser posible, nos bisbiseará ese alergólogo subido en nuestro hombro, absténgase de ver documentales, e incluso obras de ficción, que toquen temas delicados como la pobreza, el abuso, las guerras, el maltrato, la esclavitud...., en fin, todo aquello que pueda ser o parecer verídico, no vaya a ser que pillemos algo por contagio.

Gurba, esta aportación necesaria y generosa de Miguel Ángel Tobías, es un aldabonazo en las conciencias, incluso en aquellas que se refugian tras los muros insonoros del desconocimiento y la insolidaridad. Lo que desde hace cuarenta años está pasando en la República Árabe Saharaui Democrática es, además de un ejemplo de resistencia digna, una razón para seguir trabajando por un cambio universal, por un mundo en el que no tengan cabida gobiernos terroristas y matones, como el de Marruecos, que ocupan e invaden territorios con el único afán de explotar sus recursos, desplazando a sus habitantes como si de morralla se tratara. Todo esto, dicho sea de paso, con la bendición de los grandes campeones en la práctica colonialista: USA, Francia, España...; que o bien por sacar tajada en la esquilmación; por cuestiones estratégicas; por pura traición, pereza y dejadez o por hacer una demostración de fuerza, pasándose las resoluciones internacionales por el forro, desoyen los gritos de un pueblo pisoteado, perseguido y sobre el que pendulea un nubarrón genocida al que nadie es ajeno, al menos que se agotaran sus minas de fosfato en Bucraa, las mayores del mundo, o sus abigarrados bancos de peces.
Sinhué
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