Uno de los hombres que viven dentro de David Lynch escribió el guión de esta película. Otro de sus moradores la tradujo a lenguaje cinematográfico, y mientras crecía dentro de él, tuvo varios sueños (eróticos, pesadillas, viajes, de infancia..). También bebió, fumó, miró e imaginó. Y un día se puso a rodarla e hizo otra cosa.

El libre albedrío de este director le permite dar forma a imágenes del subconsciente, que como es lógico, y afortunadamente, no coinciden con el de los demás en la mayoría de las ocasiones. No es precisamente ésta una de las más extrañas de David Lynch, pero su atmósfera saturada de color, sus personajes poco contenidos y sus oníricos campos sureños la hacen muy suya.

Los protagonistas de Corazón Salvaje no son seres normales, porque en el cine de este director americano no existe la normalidad. Son combustibles e incendiarios y su meta es arder en un akelarre de pasión y violencia. Los que pierden, en este mundo de Lynch, son quienes quedan vivos condenados a ser ciudadanos y contribuyentes ejemplares. En la maldad está el arte, la creación, y la originalidad. Pero todo es efímero porque estos locos andan por ahí empapados en gasolina.