Las películas de terror muy sangriento conocidas como "cine B" que deleitaron al público hace unas décadas han contribuído, sin duda, a la proliferación actual de películas cortadas por el mismo patrón de Saw. Salvando las distancias, se perciben ciertas similitudes entre las películas realizadas por, entre otros, Darío Argento, y estas películas actuales. En ésta, se percibe también esa influencia, pero a diferencia de las anteriores, en vez de tratar de pasar un rato terrorífico a los espectadores, trata de hacerles pasar un rato divertido.

Anton es el más claro ejemplo de lo que hoy en día se conoce como un "ni-ni", es decir un joven que sin estudiar y sin trabajar, se pasa todo el día fumando porros, escuchando música y viendo la tele. Sin embargo, su modo de vida se obliga a verse alterada cuando su mano decide ir por libre e ir asesinando cuantas personas se cruzan por su camino.

La idea de realizar una comedia parodiando un tipo de cine sin caer en el error de convertirla en una sucesión de chistes a cual menos gracioso, resulta algo interesante. Sin embargo, peca en otra de las debilidades de las parodias cinematográficas: utilizar personajes muy poco creíbles. Así, el protagonista y sus dos amigos representan un perfil que, teniendo similitudes con el mundo real, no consiguen que el espectador se identifique con ellos. No obstante, se trata de una película entretenida.

De los protagonistas sólo destacar la presencia de Jessica Alba. Siempre es una delicia ver semejante belleza. El resto, ni fu, ni fa.