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Voto de Tony Montana:
9
Cine negro. Intriga. Thriller Tras salir de la cárcel, Maurice Faugel asesina a su amigo Gilbert Varnove. A continuación prepara un atraco para el que necesita una serie de herramientas que le proporcionará Silien (Belmondo), un individuo sospechoso de ser confidente de la policia. El robo sale mal, y Maurice, que sospecha que Silien lo ha traicionado, decide ajustar cuentas con él. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2007
55 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los grandes directores tienen su personaje icónico que hace sus películas reconocibles desde el primer fotograma en que aparecen, y Melville no iba a ser menos. Esos personajes lacónicos, sucios, de moralidad realmente dudosa, pero que al fin y al cabo se mueven por el honor y la amistad, ya sean interpretados por Belmondo o Delon. Melville, con el paso de los años, está siendo cada vez más reivindicado por cinéfilos y enormes directores de fama mundial como Scorsese, que beben de uno de los maestros de un género tan típicamente europeo como es el film noir, dándole siempre ese toque tan francés que le hace tener una clase y una elegancia en su dirección y en su puesta en escena que pocas veces se consigue igualar.

Bebiendo de grandes clásicos del cine negro americano, como La jungla de asfalto, o Sed de mal, o cualquier obra de Lang, coloca a los personajes ante un debate moral en el que no siempre la elección escogida es siempre la mejor, y para ello se sirve del suspense de una manera brutal, dejando pequeñas pistas que el espectador puede seguir, pero que no hacen más que engañarle, al igual que al protagonista. A pesar de ser asesinos y ladrones, dichos protagonistas se rigen por la lealta y el honor, el anteponer su compañerismo y su honor de amigos antes que de asegurar su vida y delatar a todo el que deba. Esos personajes, que habitualmente pueden parecer fríos, son un torrente de sensaciones y sentimientos en constante cambio durante toda la película, que se ocultan bajo una fachada de frialdad y cinismo, y bajo unas gabardinas que son únicas del cine del maestro francés, un vestuario que siempre cobró especial importancia en su cine. El manejo de la historia por parte del director es magistral, dosificando la acción y distribuyendo los puntos fuertes de la historia en varios clímax que acabarán en un antecedente de los duelos leonianos de una factura impecable.

A pesar de su limpieza y su orden, Melville también realiza un asombroso estudio sobre la violencia, siempre presente en nuestra sociedad, donde es más fácil disparar primero y preguntar después que razonar las cosas y seguir lentos y tediosos procesos judiciales. Como si de un western de Leone o Peckinpah se tratase, todos los personajes saben que tarde o temprano les llegará su hora en un mundo rastrero donde nadie más que tú va a pensar en ti y donde nadie es lo que parece, incluso podría cambiar quien más cercano está a ti. Fue uno de los pocos directores con una facilidad innata para hacernos sentir empatía por los fuera de la ley, siendo la cinta un reflejo sobredimensionado de lo que es nuestra sociedad hoy en día, donde, a más de uno, nos gustaría solucionar los problemas por nuestra mano, una visión pesimista de la vida, pero no por ello menos real.
Tony Montana
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