El punto de partida de Dark Tourist es más que interesante: el turismo morboso que mueve a miles de personas a visitar lugares donde han sucedido catástrofes naturales, asesinatos masivos y demás. En el caso de la peli, el protagonista, un MIchael Cudlitz que todo lo que tiene de buenorro lo tiene de repulsivo, es un guarda de seguridad que visita un pueblo perdido americano donde un pirómano se cargó, primero a sus padres, un predicador que abusaba de él y una mujer que callaba, y años después a sesenta y pico personas en un incendio en una iglesia. Cosas del destino se encuentra con una camarera que le recuerda a su madre, no sé en qué, porque está interpretada por la cada vez mejor Melanie Griffith, un estrellón tal vez eclipsado por el brillo del malagueño al que da cien vueltas, y empieza una extraña relación con ella a la par que con una prostituta (hay un momento de tela marinera) que se aloja en la habitación de al lado en el motel de mala muerte en el que acaba.
Como decía, muy buen arranque, interesantísima premisa y un desarrollo torpe, lento, aburrido y demasiado opaco.
Lo mejor: Como siempre, Melanie Griffith. El interés morboso de gente que sigue visitando la zona cero, la casa de Amityville, la colina donde se cargaron a JFK y otros tantos lugares en vez de dedicar como el resto de los mortales nuestras vacaciones en pasar unos días en Benidorm.
Lo peor: Siendo una peli de 80 minutos parece que dura cuatro horas. El repentino desenlace, bueno e inesperado también, hace que el regusto final sea bastante bueno.