Es sabido, y muchas pruebas históricas hay que lo demuestran, que los políticos se valen de los militares para la consecución de intereses comerciales, su mantenimiento y todo tipo de mangoneos de poder sin ética; pero a la vez, cuando tales políticos se ven presionados por la opinión pública, notan que pueden perder su puesto de relevancia o necesitan "un chivo expiatorio que les saque las castañas del fuego", arremeten contra aquellos profesionales de la milicia de los que se han servido para hacer "trabajos sucios", los dejan en la estacada o incluso tratan por todos los medios de acabar con su honor y dignidad. De esto trata este film y lo hace con una narración de los acontecimientos muy rítmica, interesante y atrapadora de atención: en una primera parte con intensas escenas de acción sobre el terreno y en una segunda parte con un juicio militar magistralmente escenificado y conducido; además este film tiene la suerte de contar con la actuación estupenda de dos grandes actores como son Samuel L. Jackson y Tommy Lee Jones, que haciendo interpretaciones de militares veteranos y curtidos resultan auténticos expertos.

Buena película pues, sobre las reglas de compromiso que los militares tienen en su regimen interno de no disparar contra la población civil y cómo estas reglas en circunstancias límites en las que la población civil resulta no tan civil ni tan indefensa, no se tienen presente o desaparecen de la consciencia de los soldados por estar éstos sometidos a una tensión inmensa ante los mismísimos ojos de la muerte.

Fej Delvahe