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Voto de Martes Carnaval:
8
Drama El 15 de Julio de 2013, el extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, es trasladado desde la prisión para declarar en la Audiencia Nacional. Hasta este día, había negado toda relación con los llamados "papeles de Bárcenas", pero después de 18 días en prisión ha decidido cambiar su declaración. Esta película retrata lo que pasó en esa sala aquel día. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2015
52 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine y el teatro tienen sus propias reglas y generan productos distintos.

Con trazo grueso podemos decir que el teatro es más próximo y tangible, llega más, sus medios son más limitados, sus condicionamientos son mayores y su público potencial es más reducido.

Una obra de teatro siempre se puede llevar al cine, aunque sólo sea rodándola. No ocurre lo mismo en sentido contrario.

La comparecencia judicial de Luis Bárcenas en la Audiencia Nacional ante el juez Pablo Ruz el 15 de junio de 2013, de cinco horas de duración, tuvo un interés muy especial, pues en ella el que había sido tesorero nacional del PP "se animó a largar por primera vez" —aunque la película transmite la impresión de que lo hizo con contención— y aportó un gran número de documentos a la causa que dejaban en evidencia el modus operandi en el PP en relación a su financiación ilegal: Los famosos "papeles de Bárcenas".

El juez Pablo Ruz fue nombrado juez interino del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional por el Consejo General del Poder Judicial, en sustitución de Baltasar Garzón, primer instructor del caso Gürtel, que había sido suspendido de sus funciones y, con posterioridad, sería expulsado de la carrera judicial.

Esta comparecencia judicial dio lugar inicialmente a una obra de teatro —con el título "Ruz-Bárcenas" —, dirigida por Alberto San Juan, con sólo dos actores: Pedro Casablanc, en el papel de Bárcenas y Manuel Soto, en el del juez Pablo Ruz. David Ilundain —el director de esta película— los ha fichado para su proyecto, rentabilizando así su esfuerzo por encarnar a sus dos personajes. El hacerlos tan reales les convierte más en imitadores que en actores.

Las interpretaciones son soberbias. En el personaje de Bárcenas, Casablanc, cuyo parecido físico con Bárcenas no es muy grande, vampiriza su personalidad: Seguro de sí mismo, rápido de reflejos, con gran autoestima, capaz en su trabajo, despectivo, distante, engolado y poco gesticulador. De Manuel Soto en su fidelidad en la interpretación del juez Ruz puedo opinar menos, porque este último es un personaje mucho menos mediático, pero sí puedo decir que su papel resulta muy verosímil.

A mí la película me ha parecido apasionante, pero debo advertir que puede resultar indigesta —por su confinamiento en una sala de los juzgados— para quien no esté algo familiarizado con las andanzas de Bárcenas. Ése es el riesgo de la película que se ha asumido con gran valentía. En contrapartida, la fuerza de la misma radica en la verosimilitud con que se recrean todos los aspectos relativos a la comparecencia judicial de Bárcenas. Fundamentalmente la sala —claustrofóbica y sofocante por el calor del verano—, la constelación de los que asistieron a ella —juez, fiscal, abogados de la acusación particular, defensores…— y lo que allí se dijo.

Es como si con dos años de diferencia se nos invitase a asistir a aquel acontecimiento, tomásemos asiento en la sala, escuchásemos… y quedásemos en estado de “shock”, absolutamente escandalizados.
Martes Carnaval
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