Aunque para mi corta vida parecen una eternidad. Es increíble concebir el planteamiento de la segunda entrega de esta fabulosa trilogía: han pasado nada menos que 10 años desde aquella mágica y única noche en la que Céline y Jesse se conocieron por las calles de Viena. ¿Y aquella vez que prometieron reunirse a los 6 meses de su despedida? Rien de rien. Por avatares del destino no pudieron encontrarse, pero ahora él es escritor e inspirado por su potente amor ha escrito dos de sus libros basados en ella como figura principal. Es así como ella acude a su encuentro en una firma de libros en París, y es así como apurando las útimas horas (y minutos y segundos) antes de que salga el vuelo de regreso (antes del atardecer) de Jesse, emulan el paseo nocturno de la primera entrega, esta vez con la capital francesa como escenario.

En la misma línea de la primera peli. Le bajo un punto simplemente por falta de originalidad respecto a la misma. Lo más original es el planteamiento inicial: los 10 años transcurridos, los protas más viejos y él escritor. El paralelismo entre sus libros y las propias pelis de la trilogía. Pero a los 10-15 minutos de film todo eso ya está desplegado sobre el tapete, y poco queda más a nuestra imaginación que nuevos dialógos sin fin, interesantísimos por cierto, que suman hasta llegar a los 8 puntos que le he dado, pero que se quedan a ese punto final de igualar a su predecesora.