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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
7
Drama. Romance Cuba, años 90. Tras fugarse de un correccional, Reinaldo trata de sobrevivir en las calles de La Habana. Esperanzas, desencantos, ron, buen humor y sobre todo hambre, le acompañan en su deambular, hasta que conoce a Magda y Yunisleidy, también supervivientes como él. Entre los brazos de la una y la otra, intentará evadirse de la miseria material y moral que le rodea, viviendo hasta el límite el amor, la pasión, la ternura y el sexo más desvergonzado. (FILMAFFINITY) [+]
1 de octubre de 2015
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La lectura de la novela de Pedro Juan Gutiérrez es una experiencia difícil de olvidar. El libro es crudo, de frases cortas, desprovisto de eufemismos y cargado de descripciones descarnadas. Una narración entre la comedia surrealista y el drama trágico que evoca imágenes horripilantes. Agustí Villaronga, en la complicada tarea de convertir las páginas en fotogramas, ha reproducido con precisión y sin concesiones en El rey de La Habana todo ese universo de espacios mugrosos y personajes que se mueven por instintos (comer, dormir, 'follar'... y poco más). Un salto sin red y un logro que sólo está al alcance de los grandes directores.

El cineasta catalán ha sabido mantenerse fiel a las constantes de su cine y al mismo tiempo ha llevado a la gran pantalla la esencia del relato de Gutiérrez, la historia de un Lazarillo cubano que sobrevive por inercia y de forma atropellada. De todos los pasajes de la novela, el film incide en la relación del joven protagonista con dos prostitutas muy particulares: una vendedora ambulante con mucho desparpajo y un transexual de maneras recatadas. Villaronga dibuja un antihéroe que es víctima y verdugo, que sucumbe a las taras de su naturaleza y a las bajezas de su entorno. Todo resulta gris, descorazonador, sucio y asfixiante. Una película entre festiva y desagradable, no apta para todos los estómagos, que en San Sebastián puso contra las cuerdas a crítica y público.

El rey de La Habana puede resultar un tanto desaforada, pero como lector y como espectador creo lícito pensar que la realidad isleña es y fue mucho peor. Y para los que crean que el film tan sólo suma incomodidades inconexas, el bello y desolador plano final en el vertedero no deja espacio para la duda: Villaronga ha vuelto a desplegar su poesía de la desolación en otra gran película. Aunque duela, aunque nos destroce.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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