En la primera escena cuatro pistoleros marchan hasta el escondrijo de los hermanos Dalton, peligrosos forajidos de la región como es bien sabido. Se trata de Belle Starr (Rusell), dos compinches y Bob Dalton (Brady) que los ha salvado de la horca.
Los hermanos recriminan a Bob el peligro que entraña tener con ellos a tan hermosa mujer. No les falta razón pues no tardará en tomar la iniciativa criminal y traer en jaque a toda la corte de admiradores que la asedia. Otra muestra de western que presenta "Una mujer inteligente", rompiendo una vez más el estereotipo de la mujer florero.
Estamos en Guthrie, en territorio de Oklahoma, donde brilla en todo su esplendor "La jaula del pájaro", buen nombre para un exquisito saloon propiedad de Tom Bradfield (Brent) y, en cierto modo, una denominación que barrunta la imposibilidad de escapar al destino de cada uno.
En efecto, después de una serie de idas y venidas que el guion explica malamente, cuando Belle quiere trazar su propio camino por la senda de la ley conocerá que el pasado es una pesada losa que todos llevamos a cuestas.
Buena interpretación de Rusell a la que se le dan mejor los atracos que las canciones, así como los demás actores principales. Por allí anda Pete Bivins (Devine), un clásico secundario que borda un papel de alcahuete y de buhonero, "¿Por qué no te das un baño? -Aunque me lo diera me volvería a ensuciar".
Cinta rodada en un pésimo trucolor donde abundan los tonos azulados tanto en escenas de día como de noche, con un guion bastante deficiente, música demasiado trompetera, con vibrantes escenas de persecuciones a caballo y las consiguientes caídas peligrosas. Algunas heridas en peleas que resuelve la tintura de yodo sin mayores problemas.
Acción continua pero falta de ritmo y de verdadera tensión dramática, pues las acciones se suceden con cierta parsimonia.
Con todo estamos ante una película interesante que merece un vistazo por los buenos degustadores del western de comienzos de los 50. Con sus limitaciones.