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España España · Barcelona
Voto de Ulher:
8
Drama Isabelle, una hermosa joven de 17 años que pertenece a una familia de clase alta de París, parece tener el mundo a sus pies. Pero tras un verano en el que la pérdida de la virginidad le resulta decepcionante, un viaje de autodescubrimiento sexual la embarcará a partir del otoño en una doble vida: estudiante de día y prostituta de lujo por las tardes. Esta es su historia, a través de cuatro estaciones y cuatro canciones. (FILMAFFINITY)
9 de marzo de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo en el cine de Ozon casi tóxico. El aroma de lo prohibido que hace las delicias del voyeur de turno. El morbo a saberse transgresor. El cataclismo al que conduce el deseo. Si con su anterior y fascinante creación, En la casa (2012), ya apreciamos todo ello ahora no es menos, aunque el resultado final no alcance la satisfacción que supuso su predecesora.

Joven y bonita, de apariencia sencilla, engloba más de una lectura directa al debate. Ozon no ejerce de juez. El fallo de sentencia lo deriva a unos espectadores que comienzan a cuestionarse la necesidad de un veredicto. Pero, ¿realmente es así o queremos creerlo? ¿Somos tan progres para ver como una joven vende su cuerpo sin someter su decisión a una mesa redonda? La película se compromete a ello y cumple. Cada asistente sacará sus propias conclusiones y su máxima será aceptada dependiendo de la vehemencia con que plantee sus alegatos.
Por lo pronto, tenemos a una chiquilla rabiosamente preciosa que en verano se hace cosquillas con el edredón, pierde la virginidad y al igual que el 0,1% de las adolescentes de su edad, se olvida de su primer affaire tan pronto como vuelve a su hogar. Con la caída de la hoja se convierte en escort. Todo suena atropellado, casi impersonal y hasta falso sino fuera porque detrás de la narración confluyen el talento y la sensibilidad de un maestro en crear atmósferas inquietantes con sopapo incluido. Un Ozon más seguro, más inteligente, que pisa con brío y acelera saltándose ciertos límites impuestos por una sociedad empeñada en mirarse en espejos empañados.

Joven y bonita, lejos de verse como un ejercicio que denosta la imagen de la mujer, dirige cierta mirada al poder de la misma. A ese irrefrenable deseo del sexo femenino de dar portazo a una etapa dominada por los cambios físicos. El adiós de la peligrosa adolescencia que tiende la alfombra a la vida real. Esa que pende de unos estables cimientos pero que si éstos caen, hay que volver a levantar. Ozon bucea por ese interior femenino como pez en aguas claras. Es conocedor de la jurisdicción de la mujer frente a la del hombre. Es Isabelle, rompedora Marine Vacth, quien en todo momento cree controlar la situación. Es ella quien, convertida en arma de seducción, ejerce el dominio frente a sus clientes. Su juventud y su belleza son su mayor cualidad. Lo sabe y lo potencia. Más allá de la linde divisoria de la moralidad, ¿deberíamos rasgarnos las vestiduras?

Con En la casa, Ozon jugaba con el espectador, le hacía partícipe en todo momento, sólo le faltaba grabar sus ansias por pasar las páginas de aquella lectura, mientras que aquí le posiciona desde el minuto uno detrás del prismático, detrás de ese pequeño visor que muestra todo tal y cómo es, sin distorsiones, y sin permitir mayor acercamiento. El papel del voyeur reflexivo. Porque ante todo eso es Joven y Bonita, una introspección sobre el poder femenino más allá de la sexualidad del mismo.

Para intérpretes de los deseos ajenos.

Lo mejor. Su protagonista, Marine Vacth cuya mirada desarrolla un personaje entero.
Lo peor. Que se quede en la superficie del colchón y no de la almohada.
Ulher
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