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España España · Barcelona
Voto de Ulher:
6
Comedia. Romance Rafa (Dani Rovira) es un joven señorito andaluz que no ha tenido que salir jamás de su Sevilla natal para conseguir lo único que le importa en la vida: el fino, la gomina, el Betis y las mujeres. Todo cambia cuando conoce una mujer que se resiste a sus encantos: es Amaia (Clara Lago), una chica vasca. Decidido a conquistarla, se traslada a un pueblo de las Vascongadas, donde se hace pasar por vasco para vencer su resistencia. Adopta el ... [+]
13 de marzo de 2014
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se ha tenido que romper demasiado la cabeza Martínez-Lázaro para entregar al público lo que busca. Basta con el desarrollo de una anécdota cualquiera o un chiste fácil para tejer un entramado de situaciones absurdas. Esas que, independientemente de su maduración, logran su cometido y no es otro que el de la carcajada. Porque si algo consigue Ocho apellidos vascos es dejar a una sala entera desternillándose ante aquello fácilmente palpable. Esos tópicos sobre regiones que todos hemos ido alimentando. Esos chascarrillos sobre la pereza y el salero de los andaluces o lo toscos y bonachones de los vascos, encuentran en la cinta el mejor terreno para sembrar una comedia sin pretensiones.
El gran acierto de la cinta precisamente es eso. No busca pasar a los anales de la historia como la comedia española del siglo, ni mucho menos. Tampoco está interesada en remover conciencias ni hacer apologías de estudio. Se sabe humilde y se vende como tal. En definitiva, no rompe los platos pero si hará ruido en el sentido más literal de la palabra.

Quién también estará en boca de todos es el estandarte de la cinta. Sin él no habría película. Dani Rovira se mete en la piel de Rafa, un señorito sevillano, engominado y jersey a la espalda atado en el pecho. El andaluz que nos viene a todos a la mente. El cómico se luce en su primera andadura cinematográfica consiguiendo endosar en su personaje los arquetipos del hombre del sur. Ese que con unas tapitas y unas palmas irradia felicidad. Dando la réplica a Rovira, se sitúa una Clara Lago al borde del precipicio en sus primeros minutos para acomodarse en su personaje durante el resto del metraje. La intención de la película se situaba en combate entre ambos actores, potenciando sus acentos, sus raíces y sus ideologías. Lo encontramos pero no en el rostro esperado sino en el de un actor que se crece en cada aparición. Karra Elejalde infunda magistralmente a su personaje el ideal del vasco más zafio. Un intérprete a reivindicar.

Pero no todo es plausible en esta divertida comedia de choques culturales. En ciertos pasajes al guión de Ocho apellidos vascos se le ven las costuras. Demasiado remiendo y demasiado énfasis. Por momentos sucumbe a los encantos de la mala baba pero se queda a medio camino. No termina la faena sino que se adentra en el terreno del enredo y de ahí no resurge. Algo que podría verse disimulado con una aportación técnica que no incrementara ese regusto a amateur. Ese tufillo a saberse cutre y disfrazarlo como tal. No es complicado atisbar escenas mal resueltas que requerían mejor trato así como planos descuidados y cortes incoherentes, imperdonables para un señor que lleva décadas en la profesión.

Con todo ello, la química que desprenden sus protagonistas, el mejor bastón dónde apoyarse el guión de Cobeaga y San José, nos hace olvidar las carencias. La hilaridad una vez más actúa de camuflaje y se convierte en el principal reclamo.

Para quien esté dispuesto a reírse de sí mismo.

Lo mejor. Todas y cada una de las escenas que comparten Rovira y Elejalde.
Lo peor. Su falta de ritmo en la segunda mitad y una dirección terriblemente mal ejecutada.
Ulher
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