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Voto de irian hallstatt:
8
6,5
555
Animación. Musical. Fantástico Esta es la historia de Goshu, un pequeño violoncelista profesional. Durante los ensayos para los recitales, su preparador se enfada con él porque no está tocando suficientemente bien. Goshu parece no sentir nada por la música... Por suerte, encontrará unos amigos muy especiales: un gato le va a ayudar a entender el sentimiento de la música, la importancia de practicar se la mostrará un cuco, el ritmo un tejón, y la ternura un ratoncito. ... [+]
7 de diciembre de 2008
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
* Una mágica y emotiva historia sobre el poder de la música y de la naturaleza.

* Ya en el año 82 películas como esta manifestaban que la animación japonesa tenía mucho que aportar y contar, demostrando a veces, por no decir la mayoría de las veces, una mayor dedicación y esmero por sus historias, sus personajes, sus mensajes, o sus ambientaciones, que el resto del cine, en el resto del globo.

* Goshu es un violoncelista que ama la música, pero que toca en una orquesta cuyo director es tan exigente en cuanto a la ejecución técnica de sus músicos, que se siente presionado, de tal forma que las gratas sensaciones que Goshu vincula a la música quedan doblegadas ante los requerimientos de ser músico profesional. Un grupo de simpáticos animales le ayudarán a recuperar ese sentido y sentimiento musical, y a percibir el valor de la música a una nueva escala.

* Todo esto parece narrado con una innegable linealidad durante gran parte de la narración. La galería de animalitos que van pasando por casa de Goshu, no parecen, a priori, dar mucho juego en la historia, que reclama más nuestra atención en referencia a ese otro hilo narrativo, que es el de la situación de Goshu respecto a la orquesta y su director. Pero no deja de ser divertido el desfile de criaturas que acuden al “maestro” Goshu para disfrutar de su música y sus lecciones, aunque a Goshu no parezcan serle muy agradables las visitas. Poco a poco, veremos cómo, no solo están relacionadas ambas situaciones, sino la extrema belleza que finalmente cobrarán las dos.

* Takahata, en su línea, destila una innegable nostalgia por los ambientes rurales, los plácidos paisajes campestres. Nos muestra el conflicto entre el mundo urbanita y el rural, presentando este último como un refugio, dotado de una terapéutica magia que nos regenera y nos mantiene en equilibrio; y el primero como el que corrompe cualquier cosa pura que con él entra en contacto, como en este caso, la música, o al menos, la vivencia respecto a ella que tiene Goshu, nuestro protagonista. Son los animales, representantes de ese mundo apegado a la naturaleza, los que le hacen ver el verdadero valor de su arte.
irian hallstatt
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