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Voto de Ojoperiferico:
6
Comedia Lisa es una gerente de un restaurante muy involucrada que intenta mantener el lugar a flote, llevarse bien con el propietario y los clientes, y apoyar a sus empleados. Pero una avalancha de problemas acumulados gradualmente mina su paciencia.
28 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya una temporada, al principio de la administración Trump, Jon Stewart aparecía en el programa de su antiguo colaborador en The Daily Show Stephen Colbert para declarar que el nuevo idioma oficial de los Estado Unidos era el “bullshit”. Tiene difícil traducción, o más bien precisa. Es algo así como la parida, el mierdón, la chorrada…pero en un sentido de algo que te dicen a la cara sabiendo que es mentira y encima se supone que debes tragártela.

Support the Girls, desde su modestia de comedia costumbrista de bajo presupuesto, habla con bastante precisión de algo que podría bautizase como la cultura del bullshit. En ese sentido, la entrevista de trabajo final de Lisa, la ya ex-manager del bar que centra la película, es una obra maestra de concisión, claridad y ausencia de, bueno, de bullshit. Andrew Bujalski, uno de aquellos inventores del mumblecore a principios de los 2000, termina con una nota alta, con un par de grandes escena que enlucen un conjunto sobrio pero un tanto desangelado.

Es curioso como, a la vez, la película pierde interés cuando se despega del bar y sigue a Lisa, pese a lo bien que trabaja Regina Hall en un registro naturalista, y ese mismo bar parece tan poco veraz. Hay en él demasiado silencio, poca acción y barullo, poco vida. Es un bar de figurantes capturado por alguien que parece no haber estado nunca dentro de uno; y menos de las características del de la película: un bar deportivo de camareras pimpollo, de esos que documenta la estética americana del más gusto familiar y sus incoherencias. Sexo pasteurizado, de imagen inocua como la de la misma América periférica donde se desarrolla. Cualquier lado, cualquier ciudad. Todo molde.

En todo caso tampoco profundiza en ello. Ni en la política sexual ni en la asepsia y la crisis laboral, la precariedad como estado del presente. Todo está allí de un modo u otro, pero Bujalski se las arregla para no hacer presión. Es, eso, una descripción apañada, honesta, claro, de un lugar, un trabajo, unos caracteres con una imagen sencilla al servicio de las actrices…pero sin nervio; ni desesperado, ni entusiasta.
Ojoperiferico
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