Once años antes de dar lugar a la sobresaliente "Fantasía", la que ahora es conocida como la 'casa del ratón' se encontraba en una etapa creativa de plenitud total. El final de los veinte era una época de cambio: la llegada del sonido estaba modificando el método de trabajo de los realizadores de la etapa del cine mudo; "The Skeleton Dance" fue un trabajo pionero, no por ser el primero de animación con sonido (nada más lejos, pues ya un año antes "Steamboat Willie" tuvo ese honor) sino por su enfoque, musical, prescindiendo de la palabra (referencia al lenguaje silente) para contar una "historia" o más bien para mostrar una anécdota, una noche en un cementerio cualquiera en la que unos esqueletos saltan de sus tumbas para realizar una macabra danza.

Excepcionalmente animado, con una fluidez en los movimientos de los esqueletos que cuesta creerse en un trabajo de 1929, la soberbia coreografía de los no-muertos y la logradísima ambientación hacían el resto. "The Skeleton Dance" probablemente sea el primer trabajo que fusionó una estética de terror, muy deudora del expresionismo alemán, con la comedia más libre de limitaciones, a través de gags físicos de los que más adelante popularizarían otros personajes. De hecho, llegaba a dar un poco de miedo: en cierto momento, un esqueleto se aproxima a cámara y "salta" sobre el espectador, en una escena que bien podría ser un homenaje al clásico cortometraje de los Lumière, "La llegada del tren".

"The Skeleton Dance" es un fantástico trabajo por el que no ha pasado el tiempo, un espejo sobre el que deberían mirarse todos los animadores del mundo para aprender cómo crear situaciones sin necesidad de tener un guión lleno de momentos (forzadamente) sorprendentes. Un antecedente del también notable "El viejo molino", que mostraba una noche en el mencionado lugar y cómo los animales que lo habitaban respondían a una noche tormentosa. Puro deleite, historia viva.