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Voto de antonalva:
8
Drama Biopic sobre el intelectual austriaco Stefan Zweig, centrado en los años de exilio del famoso escritor y activista social. Zweig fue uno de los personajes más irrepetibles del siglo XX. Como judío se vio obligado a huir de su país debido al régimen nazi. En su huida hacia adelante, se refugió en París primero y, más tarde, en Londres, pero Zweig acabó huyendo de Europa junto a su esposa a Sudamérica, instalándose finalmente en Brasil, ... [+]
30 de abril de 2017
36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para cualquier persona educada en la cultura alemana – como es mi caso – Stefan Zweig es un escritor de referencia desde el colegio. Además, a principios del siglo XX fue uno de los autores más leídos y populares, paradigma del intelectual burgués cosmopolita e ilustrado, que creía – ingenuamente – en la civilización como vehículo de conocimiento, paz y concordia. Pero como tantos otros eruditos de aquel entonces tuvo que asistir al hundimiento de su vida y de su mundo, conoció el exilio de su Viena natal, tuvo que soportar la humillación de la quema de sus libros por los nazis antisemitas y contempló sorprendido, impotente y angustiado el derrumbamiento de su idolatrada Europa en una guerra fratricida que sembró de odio, muerte y destrucción sus campos.

Estamos ante el viacrucis de un austriaco en cuatro pasos y un epílogo, narrado con una estética reposada y austera – que contrasta con la lujuriosa y sensual vegetación brasileña – que muestra sin apenas movimientos de cámara ni alardes retóricos el recorrido de un alma en pena en busca de su salvación, mientras asiste, agotado, a la aniquilación de su país espiritual (el idioma alemán) y a la ruina voraginosa de su amada patria europea. El estatismo formal contrasta con el torbellino emocional que atormenta a su exangüe protagonista. La película se abre y se cierra con dos majestuosos e incisivos planos secuencia – que enmarcan toda la parca y tenue acción – de una sobriedad sobrecogedora. Sobre todo el último es de una elegancia estremecedora, haciendo un uso implacable de un inesperado espejo (ecos del maestro Max Ophuls) que revela de un plumazo el pasado y presente de un mundo hecho añicos, donde sólo queda rezar, en la religión íntima de cada cual, para despedirse del valle de lágrimas que habitamos.

No estamos ante una biografía al uso, ya que no se nos relata el origen o devenir de un personaje, sino que se limita a cinco hitos significativos circunscritos a su última década de existencia, supurantes de diálogos y llagados de disquisiciones que ilustran el calvario de un hombre doliente y letraherido que busca su hueco entre la barahúnda y el caos de unos años aciagos, arrasados por la guerra, asolados por el fanatismo y masacrados por las ideologías totalitarias del momento (que aún perduran con diversos ropajes o disfraces). Pudiera parecer una cinta árida y ensimismada, ajena a la emoción y ayuna de efusión, que no proporciona ninguna facilidad o felicidad al espectador, que deberá reconstruir por sí mismo el mosaico destrozado de una vida singular y atribulada.

Y no hay mejor forma de cerrar esta reseña que dando voz el propio Zweig, citando su carta de despedida (que se conserva en la Biblioteca Nacional de Israel): “Ojalá mis amigos asistan al amanecer… tras esta larga noche. Yo, demasiado impaciente, les precedo.”
antonalva
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