Se suele establecer como paradigma que las diez primeras páginas de un guión, equivalentes a diez minutos, tienen que ser las que enganchen al espectador. No hay que engañarse, las primeras diez páginas de "La mejor juventud", incluso las treinta primeras, son bastante "normalitas" y pueden defraudar al que tenga enormes expectativas.
Paciencia. Hay que esperar. Lo que engancha de "La mejor juventud" son sus cinco horas y media restantes, que se mueven entre lo magnífico y lo excelente.

Haciendo un repaso de la reciente historia de Italia a través de una familia, "La mejor juventud" consigue que el espectador sienta la enorme necesidad de saber que ocurre con todos sus personajes, creíbles, humanos y reales gracias a su complejidad.
Repleta de paralelismos, crítica sin moralina y sin caer en la sensiblería barata, "La mejor juventud" es una de esas películas necesarias y muy recomendables. Uno de esos regalos fílmicos a los que nunca hay que decir no.

Me gustaría que dentro de veinte años se hiciera una tercera parte. Siento la obligación de saber que ocurre con todos los personajes que he amado durante seis horas y ya considero tan cercanos, de mi familia.