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Voto de Archilupo:
8
Comedia. Romance La inocente Ariane Chavasse (Audrey Hepburn) es seducida por un playboy millonario norteamericano llamado Frank Flannagan (Gary Cooper). Pero éste ignora que el padre de la chica es el detective privado Claude Chavasse (Chevalier). (FILMAFFINITY)
17 de junio de 2008
50 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta comedia romántica de ambiente parisino y ritmo pausado, iluminada por el encanto singular de Audrey Hepburn, es la primera de las fecundas colaboraciones entre Wilder y el guionista Diamond.

Ariane, una cándida estudiante de música, queda subyugada por la figura de un maduro playboy, Frank Flanagan, multimillonario americano que, mientras recorre el mundo atendiendo negocios, seduce a mujeres de toda edad y condición, sin preocuparse por los eventuales escándalos. Sus costumbres dan tarea a detectives privados allí por donde va. Uno de ellos, en París, es el padre de la estudiante (Chevalier).
En sus dossieres profesionales, repletos de informes sobre Mr. Flanagan, curiosea ella.
El amor romántico-soñador intenta triunfar contra corriente, en un contexto dominado por el estilo hedonista, hecho de relaciones efímeras y aisladas, coleccionables. Tan adverso medio obliga a Ariane a un complejo despliegue estratégico.
Se resistirá a ser convertida en conquista fácil y desechable, un trofeo en la pared del cazador.
Haciéndose valer, empieza por no revelar su nombre, que se quedará en la inicial. Para seguir, da rienda suelta a una ágil fantasía: inventa una identidad nebulosa y ficticia, capaz de competir en seducción con el galán a cautivar.
Creciéndose en la dificultad, alivia un miedo del espectador: que todo consistiera en un caso de inocencia arrollada por un casanova sin escrúpulos.

Las edades de los personajes, tan diversas, desequilibran un tanto el argumento.
Por otra parte, que Audrey Hepburn parezca más joven de lo que es (27), y que Gary Cooper (55) parezca más viejo, lo desequilibra un poco más (Cooper fue la segunda opción, tras la de Cary Grant, fallida).
Por momentos, el intérprete aparece demasiado mayor para encarnar a un seductor tan irresistible a los ojos de una jovencita virginal.
Ese inconveniente explica la frecuencia con que el rostro del actor sale en sombra.
Y probablemente el que, siendo “Ariane” un gran film, el público no lo respaldase.

Un cuarteto zíngaro que aparece con gran asiduidad ambienta los galanteos de Mr. Flanagan en el Ritz. Que interpreten casi exclusivamente la pieza “Fascinación” (los otros personajes la tararean a menudo, además), llega a volverlos monótonos.
Pero no sólo intervienen como músicos; también como bebedores, en la antológica escena de la mesita rodante, una de las varias escenas memorables que “Ariane” ofrece, como todas las buenas películas de Wilder.
Archilupo
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