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Voto de Archilupo:
8
Drama Barrio madrileño de Maravillas. Eloísa es una abnegada esposa y madre eficiente, que vive con su marido, un guardia municipal más autoritario en casa que en la calle y al que a veces se le va la mano. Su hijo es un beato que salió del seminario poco antes de convertirse en sacerdote, y que se pasa la vida estudiando y rezando para expiar los pecados de su familia. Las hijas, dos hermanas, obsesionadas cada una a su manera por la ... [+]
9 de diciembre de 2008
124 de 135 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Aunque se tiende a creer que el cainismo es cosa de hermanos varones, Fernán Gómez muestra con crudeza cómo dos hermanas se odian sin freno en un mundo donde a cada poco se gritan amenazas de muerte: la hermana a la hermana, el marido a la esposa, el padre a la hija…

El guión, también de Fernán Gómez, adapta la novela de Zunzunegui, un cosmos de aire galdosiano pero con personajes más esquemáticos y el dinero jugando un papel maligno.

Al inicio se lee una aplastante cita de la “Guía de pecadores” de Fray Luis de Granada, sobre la injusticia que por definición impera en el mundo.
El tono del original literario oscila entre lo sainetero, con lenguaje populista un tanto acartonado, y lo dramático, cercano al tremendismo. El guión mantiene bastante el tono, aunque la escenificación, el montaje y los movimientos de cámara permiten mayor margen de libre innovación.

2) Ya se nota en el mismo arranque, en el mercado del barrio madrileño de Maravillas, cuadros de vida con aire documental. De la aglomeración sale Eloísa, una mujer mayor. Cargando la compra camina fatigada por plazas repletas de chiquillos que corretean, disparan sus fusiles de plástico y leen tebeos sentados en el bordillo, y sube agotada la interminable escalera a la vivienda.
Conoceremos a su familia, donde ella es madre nutritiva y bondadosa. El padre, guardia municipal, es un autoritario al uso, “un cordero que ladra”, de mano un poco larga. El hijo, exseminarista y beato, estudia y reza, espantado ante el valle de lágrimas. Y las hijas cainitas a la mínima se agarran a puñetazos, arañazos, patadas y tirones de pelo, como fieras.
La película narra el desarrollo imparable de la rivalidad y el odio entre ambas. Una está malcasada con un camarero que desaparece de casa, se desentiende de los hijos y sólo piensa en las quinielas (Fernán Gómez lo encarna, en excelente actuación). La otra inicia una prometedora carrera de cortesana.
La vida se piensa con elementales metáforas taurinas: coger al toro por los cuernos, librarse de pitonazos, lidiar con los problemas…
Y esa vida contiene estallidos de cólera, peleas y maltrato, broncas conyugales, angustias por estrecheces y la omnipresencia del ansiado dinero, simbolizada por las quinielas, la lotería, las apuestas y las rifas, o los signos externos de riqueza, aunque se consigan echándose a “la vida ancha”.
El clima degradado va en aumento, con solanescos pasajes de arrabal, borrachera y robo, hasta desembocar en el paroxismo final.

3) Película negra, no tanto por la estética visual, más o menos en el realismo, como por la devastadora visión de la existencia, la asfixiante carga de la tragedia fratricida, a contracorriente en el panorama cultural de una España volcada en el optimismo de la industria turística y el desarrollo económico de los 60.
Archilupo
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