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Voto de Néstor Juez:
6
5,4
325
Drama
Para superar su drogodependencia, Thomas, un joven de 22 años, se une a una comunidad religiosa aislada en el monte en la que los jóvenes se rehabilitan a través del recogimiento espiritual. Thomas habrá de pelear con sus demonios interiores, con su rechazo inicial y con la presencia de Sybille, de la que comienza a enamorarse.
6 de junio de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del mismo modo que casi un siglo después tanto el Festival de Cannes como el de Venecia, con la compañía de la larga temporada de premios estadounidenses iniciada en Toronto, siguen marcando el menú de grandes películas que los cinéfilos seguimos y ansiamos degustar a lo largo del año, el otrora venerable Festival de Berlín está quedando relegado a un segundo plano mediático. Su historia y prestigio son intachables, pero podemos contar fácilmente una década en la que apenas ha dejado un puñado de títulos realmente relevantes. O si acaso, notable que hayan recibido difusión y hayan logrado vida más allá del festival. Situación que no es óbice para que este medio prosiga infatigable en su empeño de cubrir cada competidora de sus secciones oficiales o paralelas que vayan llegando a nuestras pantallas. Que en el caso de nuestro país, con la excepción de las películas merecedoras de los galardones más importantes, se pueden retrasar más de un año. Tal es el caso del filme analizado en esta crítica, que se presentó en la capital teutona hace dieciséis meses. Se trata de El creyente, obra de Cédric Kahn reconocida en la Berlinale con el premio a Mejor Actor. Una de las pocas películas que recibió reseñas positivas en aquella criticada edición del festival. Acudimos por tanto a cubrir el estreno con escepticismo pero también con optimismo. Y aún sin ser contrariado ni enfurecido por lo que me encontré, es arduo recomendar una película tan correcta como anodina. Una película honesta y compacta pero también simple y ajena a la sorpresa o a la indagación en sus elementos de interés. Una medianía en la que su reparto no es motivo suficiente para rescatarla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Thomas (entregado Anthony Bajon), de 22 años, es adicto compulsivo al tabaco. Para intentar liberarse de esa lacra que le subyuga, se une a una comunidad cristiana de rehabilitación aislada en la montaña que ofrece a sus jóvenes descarriados recogimiento espiritual. Pese a su frontal rechazo primerizo, Thomas irá paulatinamente abrazando su nuevo modo de vida. Un intensivo estudio de personaje, una consabida historia de superación personal. Indagación en la atormentada psique de un dependiente y esperanzadora mirada a la práctica cristiana comunitaria como bálsamo de ovejas desamparadas. Muy hermosas las localizaciones en las que se sitúa el relato, que le aportan riqueza tonal. Y en lo que a tono se refiere se erige como un acierto la crudeza con la que se presentan los hechos, con una presentación directa cuasi costumbrista pero sin abandonar un cuidado formal que no trasciende la mera competencia. El trabajo de Bajon, cierto es, es digno de galardón, y con mucho lo mejor de un filme que no presenta graves flaquezas. Su humanidad transpira la pantalla, y es inevitable no adaptarse a la diégesis que se nos plantea.
No hay elemento alguno en la película que la haga destacar o relevar a tantos dramas costumbristas europeos de similar índole vistos en las últimas décadas en el circuito de autor. La realización no presenta nada especial. El desarrollo argumental se enclaustra dentro de unos esquemas narrativos familiares y predecibles. El resto de personajes se muestran planos, y sus vínculos con Thomas aquejan una falta de intensidad emocional que hagan más efectiva la conclusión del filme. Y no pocas decisiones tomadas por Thomas durante la película chirrían por la motivación de la que proceden, el punto en el que se producen y lo forzadas o evidentes que resultan el resultado de las mismas, pequeñas tragedias provocadas por adaptación al guión y no al revés. Un filme que se queda a medio camino a la hora de emocionarnos, de suscitar reflexiones sobre la fe o de gratificarnos con su entramado audiovisual. Muy poca cosa en una película que ha recibido un razonable vacío en el planeta cine.
Austera, sensible y sincera, El creyente está filmada con corazón pero con poca personalidad y frescura, planteando un viaje de mediano interés.
No hay elemento alguno en la película que la haga destacar o relevar a tantos dramas costumbristas europeos de similar índole vistos en las últimas décadas en el circuito de autor. La realización no presenta nada especial. El desarrollo argumental se enclaustra dentro de unos esquemas narrativos familiares y predecibles. El resto de personajes se muestran planos, y sus vínculos con Thomas aquejan una falta de intensidad emocional que hagan más efectiva la conclusión del filme. Y no pocas decisiones tomadas por Thomas durante la película chirrían por la motivación de la que proceden, el punto en el que se producen y lo forzadas o evidentes que resultan el resultado de las mismas, pequeñas tragedias provocadas por adaptación al guión y no al revés. Un filme que se queda a medio camino a la hora de emocionarnos, de suscitar reflexiones sobre la fe o de gratificarnos con su entramado audiovisual. Muy poca cosa en una película que ha recibido un razonable vacío en el planeta cine.
Austera, sensible y sincera, El creyente está filmada con corazón pero con poca personalidad y frescura, planteando un viaje de mediano interés.