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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Charly Barny:
8
Drama En Berlín, Oren, un ingeniero constructor israelí, se encapricha del pastelero Thomas. El romance ni siquiera parece haber empezado cuando Thomas descubre que Oren ha muerto en un accidente de coche en Jerusalén. Thomas viaja allí sin saber exactamente qué es lo que está buscando. Descubre que la mujer de Oren, Anat, es propietaria de un café, y esta le ofrece a Thomas un empleo de lo más básico, consistente en limpiar y fregar cacharros. (FILMAFFINITY) [+]
17 de septiembre de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thomas es pastelero en Berlín y mantiene una relación homosexual con Oren, un ejecutivo de una empresa israelí que viaja constantemente a aquella ciudad. Sorpresivamente, Oren fallece en una accidente en Jerusalén. Thomas se siente atraído por el misterio de esa muerte y viaja hacia aquel lugar en busca de respuestas.
Con un guión construido minuciosamente con una precisión casi hithcockiana que bien podríamos decir que hace recordar muy libremente a La Sospecha, aquel extraordinario film del maestro que data de 1941, protagonizada por Cary Grant y Joan Fontaine, el israelí Ofir Raúl Grazier escribe un guión notable que desde el comienzo mismo de la estadia de Thomas en Jerusalén establece una incógnita que interroga sobre qué ha pasado con aquellos prejuicios sobre el ser alemán y el nazismo.
La respuesta es simple. El film habla de otra cosa, y está regido por un profundo humanismo. Thomas está elaborando un duelo y necesita compartirlo con alguien, pero también se siente atraído por la curiosidad de saber algo más sobre quien fue su amante y por eso, comenzará a trabajar en el bar kosher de la viuda de Oren. Es entonces cuando esas dos personas comenzarán a compartir silenciosamente un duelo. En esa convivencia concentrada en la atención del bar, la ex esposa y el ex amante, entablarán una simbiosis que irá más allá de la de patrón / empleado dando lugar a mutuas sospechas que irán tornando en apasionante una trama que elige a la rutina diaria como su medio de desarrollo.
Opera prima de Grazier, un graduado del Sapir College de Sderot, estamos ante un largometraje notable y arriesgado, que genera mucho interés en su visión. Su debut es muy auspicioso porque su film resulta de una madurez infrecuente en una ópera prima. Mantiene un interés permanente en su obra que describe sentimientos amorosos y de soledad con gran precisión, a la vez que va trabaja un suspenso creciente sobre los caminos que van tomando sus protagonistas manteniendo al film entre el drama y la comedia costumbrista sin perder nunca el equilibrio del relato.
Pero lo logros no terminan allí. Grazier habla también de una relación homosexual entre un alemán y un judío. Habla con libertad de un alemán que viaja a Jerusalén, una ciudad dividida por las religiones, en busca de respuestas. Sus personajes están moviéndose siempre hacia el futuro. En El Pastelero de Berlín el pasado pareciera ser cosa absolutamente superada y solo el mantenimiento de tradiciones como la comida kosher parecen tener sentido para personas como el hermano de Anat, que hace denodados esfuerzos por mantener el carácter religioso del bar de su hermana, mostrando paradójicamente, una personalidad con rasgos de cierta intolerancia.
En el final, así como Oren se trasladaba periódicamente para ir a la oficina alemana de su multinacional en Jerusalén, será ahora otro de los personajes el que se traslada a aquel país en busca de respuesta. Lo notable del caso es que tales repuestas están relacionadas con un pasado inmediato y no con un pasado histórico como el del holocausto. En este sentido, el film muestra una actitud totalmente proactiva hacia la superación de las diferencias y los prejuicios que durante muchos años hicieron que el retorno a su país de un judío alemán fuera poco menos que imposible.
Ya hace unos meses Juan José Sola estrenaba El Último Traje, donde su personaje volvía en busca de su pasado interrumpido violentamente por la guerra, y sobre todo en busca de sus raíces. Hacia el final, ocurre algo parecido. La protagonista, no duda en viajar hacia aquel país en busca de las respuestas que necesita. Todo esto habla de una apertura muy amplia del cine israelí, del interés de sus temáticas, de su falta de prejuicios para encarar temas urticantes.
Película muy recomendable, muy actual e interesante, no hace otra cosa que confirmar el excelente momento que atraviesa la cinematografía israelí, de la que no solo da cuentas el cine sino también la televisión a través de las notables series y miniseries que se han podido ver a lo largo de estos últimos años.
Charly Barny
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