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Voto de Iván Roldán:
8
Thriller Después de que el robo chapucero de un banco acabe con su hermano pequeño en prisión, Constantine Nikas (Robert Pattinson) se embarca en una odisea a través del mundo subterráneo de la ciudad en un intento, tan desesperado como peligroso, por conseguir el dinero de la fianza para poder sacar a su hermano de la cárcel. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2017
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísima y frenética película representante del mumblecore y el cine indie. Si acaso no estás tan familiarizado con los términos (cabe mencionar que es muy delgada la línea que los separa) demos un repaso rápido: Sabemos, el cine independiente es aquel que está alejado de las grandes industrias, en consecuencia, su espectacularidad recae en el guion y el lenguaje cinematográfico, ensalzando la cotidianidad de sus personajes, generalmente parias de la sociedad. Con el tiempo la calidad de este cine es reconocida, y es creado el Festival de Cine de Sundance… y como es obvio: las grandes industrias deciden también hacer cine independiente, para muchos, perdiendo su esencia. Y es entonces que nace el mumblecore (el cine indie del cine indie), apostando por la naturalidad y el realismo (empleando ocasionalmente actores aficionados o personas que no son actores), cámara en mano, cuadros sucios, ruido, etc.

De ascendencia judía, Benny y Josh Safdie, son un par de cineastas nacidos en las calles de Queens y Manhattan, con una inquietud permanente por mostrar la decadencia ¿y por qué no? la calidez de los barrios neoyorkinos y sus habitantes menos favorecidos. Ya lo mostraban con su largometraje anterior (y debido al cual, la totalidad de su trabajo cobra interés): Heaven Knows What (2014), cual Christiane F (1981) de Uli Edel pero menos oscura, narra la destructiva vida de Arielle Holmes (gracias a los Safdie, en la vida real, pasa de indigente drogadicta a actriz desintoxicada) al filo de la heroína y el amor. Pues bien, Good Time (un título irónico) tiende más a la ficción que al retrato documental, mezcla del realismo Safdie y el género de atracos, resultando en un efectivo thriller de amor fraternal, protagonizado por Connie (Pattinson), un no muy avispado ladrón, y su hermano discapacitado mentalmente, Nick. Ambos hombres “hechos y derechos” de poco más de 30 años, y sin embargo, común al estereotipo del marginado que se crío en las calles (en este caso, bajo la dura mano de su abuela): dos hombres carentes de empatía, es como si fueran ellos contra el mundo. Ante la primera oportunidad, dispuestos a robar, mentir, golpear, destruir, puesto que el único amor (y confianza) es la que sienten uno por el otro, y en nada ni en nadie más.

Ficción en el sólo acto de crear una historia; realismo en el entramado y las decisiones argumentales de dicha historia; ficción a través de su abordaje frenético y secuencial (banco – hospital/prisión – casa – parque – edificio); realismo en las localizaciones y caracterización de sus personajes. Elementos unificados por la grandiosa fotografía de Price Williams, y desde aquí, no me espero al final de esto que escribo, menciono el trabajo alucinante de Pattinson, sumergido en una espiral nocturna de desesperación por recuperar a su hermano.

Cámara en mano con la constante del primer primerísimo plano, la película inicia pendiente de las facciones y gestos de un mentalmente vulnerable Nick. Estamos asistiendo a su evaluación psiquiátrica, en donde una vez el médico apenas ha obtenido un poco de información es interrumpido por la aparición de Connie. Opuesto a su hermano, su andar es ciclónico, impreciso. Desfachatado, doliente, protector, ansioso, torpe, oprimido, vacío, como si estuviese, más que enojado con la vida, aterrorizado y presto a huir no sin antes haber dado algunos zarpazos. Ése es Connie. Tóxico y leal a Nick. No conocemos el pasado de estos hermanos ni las circunstancias que les llevaron a robar, sin embargo, son… extrañamente creíbles, y la historia del crimen un mero pretexto para un examen más exhaustivo del amor fraternal disfuncional. Y no es chocante ni melodramático, sólo afectuoso, violento, y áspero pero jamás gratuito.

Y no sólo la historia es apreciable. Sino cada uno de sus personajes secundarios. Desde el psiquiatra asignado por el tribunal, a los oficiales, la adolescente afroamericana y su abuela, e incluso la novia de Connie (que bien podría ser su madre) interpretada por Jennifer Jason, a quien recordarás en Los odiosos ocho (2015) de Tarantino. Todos ellos personas ignoradas, unos humildes otros delincuentes en forma y otros sencillamente "viendo pasar la existencia". Otro gran acierto son las localizaciones, dibujándonos sus hogares y la urbanidad de este "mundo subterráneo". También es debido puntualizar la tácita crítica hacía los prejuicios sociales, muy superficial pero presente: raciales (las máscaras al atracar el banco), y de carácter marginal (el primer encuentro con la policía), y por supuesto, aunque menos sutil y más humorístico, al abuso de autoridad cuando Connie y Crystal ven la Tv.

Un filme bastante singular. Agradable. Desde su factura técnica que ya mencionábamos al principio: sus sempiternos primeros planos, herméticos y agitados, a su ambientación retro que nos recuerdan esos filmes urbanos como Taxi Drive (1976) y Dog Day Afternoon (1975)… y una banda sonora ideal: psicodelia electrónica a lo Tangerine Dream (ligeramente atorrante) coronada por la melodiosa colaboración de Iggy Pop y Oneohtrix Point Never.

Recomendable.

Más reseñas en:
http://teatro-vandrian.blogspot.com
Iván Roldán
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